Y…
enero 14, 2010
En los blancos acantilados se escuchaban las olas.
Mientras los lamentos era confundidos con el viento.
Las lágrimas eran puntas de estalactitas hechas ya por tantos años y por tanto frío.
La desoledad era oscura, como el pasaje era siniestro.
Pero al otro lado, estaban tus ojos, y esas mismas olas casadas con el viento, oyendo a mi corazón dejando de latir, te trajeron a ti, tan sólo para que me condujeran hacia ti.
Mientras los lamentos era confundidos con el viento.
Las lágrimas eran puntas de estalactitas hechas ya por tantos años y por tanto frío.
La desoledad era oscura, como el pasaje era siniestro.
Pero al otro lado, estaban tus ojos, y esas mismas olas casadas con el viento, oyendo a mi corazón dejando de latir, te trajeron a ti, tan sólo para que me condujeran hacia ti.
enero 18, 2010 at 18:17
Este poema me hace recordar a los textos que yo le dedicaba dia y noche a su precencia. El siempre fue mi mayor inspiracion.