Tierra
noviembre 23, 2010
Desangrada; la muerte aguarda.
Los relojes se han detenido;
aún así los escucho
Escucho sus sigilosos pasos tras de mí.
Me persiguen.
Los inertes recuerdos de un pasado inexistente
ahora carcomen mis entrañas,
son gusanos que han quedado entre mi mortaja
esa que fue la que entretejieron tus caricias y tus besos…
Muerte adormecida.
Muerta yo, la conciencia, la espera.
Sin esperanza y renaciendo.
Voluntad férrea y lágrimas calcinadas.
Infame asesino. Tus lágrimas denotan dolor
tus palabras deshonor, mentiras.
Yo soy fuego, y tú…
Tú ya no eres ni cenizas en ese entierro.
Fantasía
noviembre 23, 2010
Como dolor; es lo que hay después de lo que hubo. Pensar en no volver al pasado, a las rosas, a las cajas azules y a los dibujos. Hoy es una ilusión. Hoy todo está muerto. Hoy yo no estoy.
Ya no me permito extrañarte, ni a tus caricias, a tus manos, a tu piel… porque fue tanto el daño, que no merecías más de mí; no extrañaré y no me tiene que doler más, puesto que el mayor dolor lo sufrí contigo, y ahora ya no estás, ya no más.
Tal vez, si no hubieses recordado la primera vez, el primer beso, o las fechas, los tiempos… nada de esto habría pasado.
Tal vez si esa taza de té no hubiera sido preparada, o no hubiera habido viajes de por medio… tal vez si el reloj se hubiese detenido. Pero no. Yo no pude. Y me duele… pero lo que me duele es ver las mentiras que ya no son falsas, mi arrebato; aunque de cierta forma sino lo hubiese hecho así, seguiría enganchada. Todavía duele…
Ya no vale de nada el que me digas: «Es lo que hay» porque creí en una fantasía que duraba unas horas, y que en la realidad era un vacío… un dolor más que profundo, intenso.
Sí, eso fuiste, una fantasía… no un sueño, tan sólo algo que mi mente creó de nuevo para escapar del dolor de las espinas que tenía esa rosa; esa rosa que pusiste en el altar.
Ya no recuerdo los poemas que le escribías a mi cuerpo, ni el agradecimiento a la vida, a tu vida por haberme conocido… hoy ya no y mañana tampoco.
Sonará cursi, infantil, pero ya no lo quiero, no puedo tolerarlo… tantas mentiras escupidas por tu boca y el sarcasmo que sólo era una burla… no, yo no lo permito.
Una bofetada y tus lágrimas, una cadena rota, un nunca, un adiós y ¿reclamos? como siempre tu falta de sentido común siendo tú quien debería darme disculpas, perdón… pero «es lo que hay», y sí es así, no me interesa seguir por esa línea, me interesa no olvidarte, sino pensar que eres humo, y esas cenizas pronto se desharán con el agua de la lluvia entre el asfalto, cuando camino no sola… sino conmigo.