Espiral
enero 26, 2011
He despertado de la realidad; encuentro la calefacción encendida y el aroma de rosas rojas… hay velas chorreando cera en el cuarto… la luz tintineante de sus flamas hace que cierre los ojos antes un tipo de hechizo…
Cuando abro de nuevo los ojos escucho el ruido impertinente de la lluvia; descalza voy hacia la ventana y veo árboles y todo el jardín cubierto por rocío, lluvia, ángeles caídos; no lo sé.
El cielo está gris y sigue lloviendo. Tomo ropa la acomodo en una maleta, me recojo el cabello, tomo dos libros y un cuaderno, mi agenda y sin quererlo y sin saberlo sonrío.
Hace años que no veía esto, tan sólo lo escribía… ahora lo vivo; sin embargo escapo…
Me encuentro con poemas, con musas danzantes, con música que me hace seguir recordando, recordar lo que había perdido… lo que estoy encontrando. Veo que el llanto ha purificado; ha despejado la niebla de la inconformidad y del desapego, con esas gotas se han ido los pensamientos reales y han vuelto los sueños, los recuerdos y la lluvia, lás lágrimas se confundieron y cayeron enterradas en un espacio ya desaparecido.
Hoy miro al jardín, y no está seco como lo estaba antes; hoy no… ya no.
Sigo alistando mi viaje, no sé hacia dónde, pero me llevo palabras, aliento, coraje, pensamientos y recuerdos en esa maleta y es lo más valioso y ahora no lo perderé. Es una gran parte de mí.
Hoy desperté de esa pesadilla por fin; he despertado de la maldita realidad y voy en busca de hadas, de sirenas y de lunas, de otros climas, voy buscando aquí y allá, voy queriendo que mi rostro se empape y voy deseando que tus besos sean míos y de nadie más…
Las velas quedan encendidas y yo cierro la puerta… siento la lluvia y miro hacia atrás queriendo regresar, pero no dejando esta que es mi vida.
A ti, romántica surrealidad…
…
enero 25, 2011
Veo pasados en mi presente. Escribo lo que no quiero y leo lo que con tanto miedo escondí debajo de la almohada.
Veo que los años han pasado; me miro al espejo y no me encuentro. Veo marcas de vapor y un vacío que se desborda.
Afuera hace frío, lo dicen mis entrañas, el cielo está gris, se consume, quiere más no explota… está esperando algo; no sé qué. Mientras mis lágrimas recorren pañuelos que se funden en mis párpados ya negros y en la sangre que brota de mis encías.
No tengo el corazón roto, lo sé, como sé que está perdido.
Si hay algo en mí es mi alma y está quebrada. Hoy no sé en dónde estoy, no sé en dónde quiero estar. Después de tantos años me he cansado. Llegar a la montaña, a la cima y haber tardado tanto para estar sola, o acompañada por mi soledad… no; no es lo mismo.
Recuerdo pinturas, fotografías, carreteras, viajes… cierro los ojos y me encuentro con que todo eso pasó hace tanto tiempo que tanto es lo que he vivido y tan rápido que no lo había contado.
Echo de menos a muchas personas, los recuerdos de cientos de paisajes, de memorias, de letras, de frases, de hechos…
Hoy estoy destrozada… soy una incógnita-pienso- pero no; ya no lo soy más y eso me vuelve más vulnerable.
Encontrar sombras, nuevas sombras, nuevos miedos, nuevas facetas en viejas personas, reencontrar a amigos, amigas… o sólo recordarles.
Ahora sólo veo que tengo libros, menos de los que quisiera… cuadernos deshechos por tanto escribir, letras borrosas por las lágrimas que caen sobre la tinta fresca y el perfume de inciensos… botellas de vino tinto, y copas inexistentes. Estoy yo con mis grandes ojos negros, cambiada y vuelta a ser la de hace algunos años. Este círculo ha girado tanto que la imagen se volvió una espiral y yo me fundí en ella mientras el reloj seguía con su tic tac… me perdí, de todos, de ti, de mí, quien quiera que seas y hoy no sé si te he encontrado, ni siquiera sé si te he buscado… pero regresaste.
Entre lágrimas te veo y te quisiera dar un abrazo, pero el susurro de los árboles al viento me hace ser cautelosa… el cabello tapa mis ojos y las gotas empiezan a caer… y no sé si son lágrimas o lluvia…
Quizá todo esto sea parte de un sueño lúcido, o un de un despertar en un hospital después de extirpar algún maltrecho órgano… lobotomía frontal.
Muerte y desdoblamiento…ahora ya no quiero, no quiero distinguir la realidad.
SENSE
enero 23, 2011
Dicen que mi corazón tiene tendencias suicidas
Yo quedo en duda; mi mente también…
Mi corazón ya no responde o
Acaso será que busca llegar a esa tumba
Esa que siempre esperas
Porque vas vestido de negro
Pronunciando un encantador luto
Una muerte que se vive
En un abrazo roto
En una sonrisa quebrada
Tras las miradas evasivas
En palabras limpias e insanas
Dicen que mi corazón tiene tendencias suicidas
Ahora sólo me dice un porqué
Y es porque quiere llegar a tus labios
A tu sangre, a tu cabello…
Y no sentirse moribundo.
Morir contigo, en tu muerte
En tu odio, en el mío.
En nuestra imperfecta realización
Entre lluvias y neblina
Fríos ecos entre los árboles y
Con aquella libertad, que es fruto de un no.
Ahora convertido en nada.
Estoy aquí
enero 6, 2011
Este año ha venido lleno de sorpresas, de ruidos de campanas y de silencios memorables en los que me refugiaba entre la sombra que daban las hojas de un árbol por fuera de la que por poco tiempo fue mi ventana. Escuché el silbar de pájaros, dejé por un tiempo todo lo electrónico: laptop, teléfonos, agendas, internet, televisión, radio. Y no me arrepiento; esa fue mi desintoxicación y me llené de ilusiones, de conflictos resueltos, de ideas rebuscadas pero claras y precisas, de noches de insomnio, de noches de luna y de días en cama, de ver libros, de releer páginas, de encontrar memorias, recuerdos y deseos desfragmentados en cajas de cartón.
De tomar un buen vino tinto y de ser feliz abrazando a una botella verde.
Ahora el descanso se reflejó en el quéhacer y en no tener tiempo para nada, pero a la vez ocupar las más de 24 horas del día en asuntos que sólo me pertenecen a mí. Y no me contradigo, sólo que es lo que pienso.
La desilusión y su sabor, me llegó, pero la alejé y pasé otro año, y ahora sonrío y no lo creo, ya no cuento las lágrimas, ni las sonrisas… tampoco los días, ni marco las fechas. Ahora sólo vivo esto, que es mi vida, un instante, una eternidad, lo efímero de lo memorable, las sonrisas invisibles e incoloras, los abrazos y las miradas que no recibí.
Ahora me percato de dónde estoy, y de mi lista de deseos, de mis ojos quebrándose ante estas lluvias de estrellas, de fiestas que vanas, ahora me río de ellas.
Llego de nuevo al mundo virtual, y veo que tengo mucho, muchísimo y antes me di cuenta de que mucho de lo que he querido en la vida lo he conseguido y sigo en esa vía para conseguir lo que me hace falta, eso, para complementarme.
Encuentro cartas, libros, vino, y mi llegada…veo éxito, una renovación al alma sin dejar que fluya mi esencia.
Ahora mi cabello está diferente, también mi maquillaje, mis manos, mi tipo de pensamiento e incluso mis recuerdos ya no son los mismos que antes. Tampoco mis deseos, aunque me haya dolido el ver anillos en otras manos y ver los míos en fotografías, y en lágrimas reflejadas no es mi prioridad.
Sigo amando a la luna, vivo en una ciudad que no creo que sea la que dejé… me sigue gustando la niebla y la lluvia, el sol me sigue matando y yo desmorono a personas con mi mirada, mi sonrisa y mi perfume. Hoy ha llovido dentro de mi habitación y las gotas son azules…hoy le escribí, y hoy escribo yo, y leo, y pienso y deduzco, pero lo más importante es que sonrío. Tomo té, me preparo una tostada con margarina y mermelada. Me fumo un cigarrillo y veo que mis labios son rojos y mi piel vuelve a ser blanca, muy blanca…
Vuelvo a ser yo, y estoy aquí, deseosa y con coraje, queriendo hacer más y más, teniendo logros a base de golpes duros, de nervios pero también de reconocimiento de parte de muchas personas; de un reconocimiento que yo no me he esperado.
Vuelvo a escribir en un día de reyes, escribo cartas entre líneas y miro hacia el cielo… días anteriores. Recuerdo, respiro y continúo, otro año, y seguimos aquí.
Gracias por ser y estar, por escribir, por leer, por pertenecer a este espacio que es parte fundamental de mi vida, gracias por sus mensajes y críticas, esos; que me han hecho crecer y llegar a dónde estoy.
Hoy no hay un personaje; hay varias facetas y soy feliz.
Es… simplemente una epifanía.
Una anécdota que se convirtió en cuento.
diciembre 15, 2010
En toda la vida de B no había habido marcas tan notables como las que ahora sentía, esas que la laceraban. Las preguntas hacia sí misma, los recuerdos y las comparaciones.
La vida notablemente había cambiado en todos sus ámbitos. El entorno no era el mismo, ni la ciudad, ni su cabello. Ya no tomaba las copas de vino o whisky como antes. No disfrutaba del conocer a nueva gente. De momento todo era un torbellino, o más bien un huracán y ella se encontraba dentro; en el ojo.
A su alrededor veía libros girando, cuadros de Monet, de Manet, de Van Gogh, pero lo que más la perturbaba eran las imágenes de relojes blandos de Dalí. El Conejo Blanco de Alicia, los árboles que ahora ya no existían más que en su imaginación y la idea de este Ícaro en la Luna, de Nephilim, de Bartleby.
La impotencia sin dolor, sin lágrimas; viendo lo que había sido, lo que había aprendido y lo que había vivido. Cómo ahora lo que él le había dicho la perseguía constantemente en las sugestiones de los demás. Sus celos hacia los libros de filosofía, el cine, el teatro, las fotos, la cama deshecha estando juntos. Las fiestas inacabables. El no contar las horas. El contar sólo con un reloj que él tenía tatuado en el pie derecho. Y la imagen borrosa de un director de cine, de un director de teatro, de su mejor amigo, de su amante, de su hermano, de su igual; esa imagen que se entreveía en el reflejo de un cristal empapado por gotas de lluvia, en los ventanales de una librería donde compartieron una botella de vino tinto barato porque preferían comprar más libros que vino y chocolates. El recuerdo de que ese día fueron los últimos en salir quedándose por horas jugando por los tres pisos leyendo en la alfombra, resguardándose de ese frío en una noche de otoño.
Habían pasado tantos años que B ni siquiera lo había notado, por su vida existían otros hombres, otros países, otros caminos, pero nunca nadie la había marcado de esa forma. El argentino que le regaló ese Merlot, esa vela de fuego y esas rosas hechas cenizas había desaparecido. El hombre que la había encantado y no de una manera coloquial ya no estaba con ella. No de la mano, ni en el teléfono, ni al otro lado de la computadora. Tampoco en la estación de autobuses, en el aeropuerto o fuera del metro esperándola siempre con regalos. Porque todas las veces que se veían él le daba regalos y no importaba lo caros que fueran, sino el detalle… algunos comprados, otros hechos a mano por el titiretero. Él movió sus hilos, la hizo girar y reencontrarse con ella misma y con todas las que había en su interior.
Con el paso de los años B se percató de que él tenía razón. No debería de bajar la cabeza, ni hacer menos su talento. Nunca por nadie, por muchas envidias que le tuvieran, siempre alzar la voz junto con la mirada. B estuvo a punto de casarse, B viajó por muchos países, B se mudó en distintas ocasiones y tuvo variedad de personalidades junto a ella. Pero si amó a alguien no se podría decir. Sólo bastaba con escucharla hablar de lo que había vivido con él. De las fiestas, de sus perfumes, de los fuegos artificiales, de la Chica Voodoo, del cine, del Surrealismo, del Impresionismo, y de quien le dejaba mensajes en servilletas siempre dentro de los libros que ella leía para encontrarlos a modo de sorpresa. Quizá era su alma gemela, aquél a quien le decían que era un ególatra, un ser déspota, un elitista. Para ella fue quien la marcó de por vida, y ahora miraba hacia atrás y aunque estaba sola se sentía feliz de haberlo conocido, de haber compartido tanto y tan poco con él. Los demonios ya no la perseguían, pero a veces lo echaba de menos.
No tenía quien fuera al cine con ella, o aguantara sus maratones de filmes, los surrealistas, los expresionistas, los de Tim Burton y leer a Camus, a Shakespeare o a sí mismos. Hacer el amor no era lo más importante. Lo importante eran las conversaciones, el dormir abrazados sin píldoras, el descansar en brazos uno del otro, el poder cantar hasta las tantas y a escondidas. Las borracheras de estudiantes perdidos en los abismos de sí mismos.
La sensación de comfort que daba esa unión, esa presencia, saberse cuidada, pero no en tan alta estima, no haber entendido en esos momentos un «TE AMO» o un «TE ADORO», ahora lo veía con un poco de recelo y sus ojos se entrecerraban, sentía que estaba en la casa de los espejos, en un carrusel, pero ya no tenía la mirada triste.
Había entendido que lo que pasaba ahora era su vida y no le pertenecía a nadie. Era ella. Los cumplidos los guardaba en sus entrañas queriendo abrazarlo, como la última vez que lo escuchó al otro lado del teléfono. No sabía en dónde esaría él o ella. Quizá en la misma ciudad, quizá esto era un sueño más, o un despertar. Las madrugadas eran la peor parte, pero ya había pasado y el café había quedado atrás. Como el vino que se derramó tantas veces en aquella alfombra y las ojeras de un candor sexy que despertaba el interés de algún intelectual.
Mortal; una línea los separaba. La muerte y la genialidad. El gris siempre y en diferentes idiomas.
B ahora recordaba, sintiendo el aire frío que la rodeaba y viendo cómo alzaba el vuelo de nuevo.
Era un nuevo día, otra vida, y B abrió los ojos y miró el puente, el vacío que él le dejó, pero siguió con su camino, hasta llegar a su casa y ver la Vela de Fuego no consumida, su muñeca, los libros que él le había regalado y que tomaba como amuletos de la buena suerte, y el aroma de las cenizas de 8 rosas rojas la inundó.
Todo era una espiral. Eran Morne y Jikan. Eran Nephilim y Vampiresa. Eran los Surrealistas, los elitistas, los depresivos. Los maniacos, eran aquellos instantes; los padres de Lilith y quienes querían aprender a hacer cine, ella escribiendo y él dirigiendo, ella fotografiando y él regañando a los actores, burlándose de los demás…
Eran los que vivieron juntos, los que preferían tomar capuccino con amaretto, los que bebían y bebían… hasta consumirse. Ella era su muñeca, él era a quien no se le ponían etiquetas. B estaba sola en esa habitación, bebía un sorbo de esa copa y recordaba. B no sabía en dónde estaba, pero sabía lo que quería, sin embargo en ese momento como en muchos otros más lo hubiera querido compartir con él…
Y es que…
diciembre 14, 2010
Y es que esto es lo que pasa
Y es que esto es lo que hay
Los pasos entre niebla, la lluvia…
Por puentes, vistas sumergidas en fuentes…
Silencio, soledad, felicidad, lágrimas
Tinta, vino, cerveza, pensamientos…
Libros y besos,
Recuerdos… Experiencias.
Y es que esto es el tiempo
Y el tiempo es la Vida.
Octubre
octubre 6, 2010
Te he temido con gotas de lluvia escalofriantes, cual puntas de saetas cayendo del cielo.
He visto tus cielos, despejados, grises, con nubes rosas y naranjas… sin embargo ya no he visto estrellas.
Quedé rota, quebrada por tanto y por tantos y tantas… que las lluvias no han aparecido porque mis ojos ahora se volvieron tu cielo, tus nubes.
¿Pero qué pienso? «Ahora»
No, ahora no, hoy no…
Hoy que me solté el cabello después de tanto; hoy sentí esa libertad. Sentí el frío pero ya no me consumió, lo disfruté, respiré, cerré los ojos y me entregué al viento. A un viento de otoño. Frío sin helar.
Obtuve lo que quise; una noche en soledad, para abrazarme, para pensar, para escribir siendo yo, con lágrimas pero con una gran fortaleza (en cualquier contexto).
Hoy siento que mi Octubre ha llegado, no como lo esperé por tanto, ni como lo quise. Pero hoy lo sentí, y sé que él a mí. Y eso es lo que importa. No así lo demás. Es sentir la soledad, la noche, el vacío y reír después de llorar.
Es querer que un sombrero salga volando entre los árboles, es inhalar ese olor a tierra, y pisar esas hojas que cayeron antes por tener miedo a ser congeladas ante la presencia de Boreas. Es dejarse llevar, por las imágenes, los momentos, una caricia, los recuerdos.
Pensar en tanto daño, en tantas caídas. Ver lágrimas negras en ojos enardecidos por coraje, por furia, por pasión que dejó mi cuerpo seco. Ver tantas fisuras y quebrantos. Ver una vida, verme a mí. Caídas y hojas en blanco y hojas húmedas por llanto.
Es; sin darme cuenta… cómo me levanto de esa caída. Cómo manejo mis emociones, cómo es que las puedo sentir ya, palparlas casi… abriendo barreras dentro de mí misma.
Hoy, un viento y sus susurros me hicieron tener más de una sonrisa… mucho más.
Y apenas empiezo; apenas empezamos.
Mi Octubre de todos los años…
Un Trayecto
septiembre 11, 2010
Llevo una mochila con mi cámara y mi laptop. También una maleta con rueditas. Ambas negras. De la maleta va colgando mi cosmetic case, que es de un tono rosa claro y acero. Pesa bastante.
No tengo prisa, pero mi mente y los relojes hacen que corra.
Mi sobrino, me pregunta hacia dónde voy y cuándo regreso. Mi respuesta es un: No sé.
Se retrasa el autobus y sigo esperando, haciendo fila, parada con unos tacones que miden 10 cm y son de aguja. Los tacones de mis botas (que no guardé para ahorrar espacio, o si quieren saber la verdad porque me gusta cómo se me ven).
El sol es asfixiante. Al fin subo al autobús. Pero no puedo ver por las ventanas.
Enciendo el Ipod y no encuentro ni una sola canción que aligere el viaje, todo es recuerdo; todo es pensar, pesar.
Me lastima demasiado la luz que hay allá afuera. Tampoco puedo dormir.
Estoy perdiendo señal en el teléfono. Me siento incomunicada. El sol no se oculta. Calcina tanto mis ojos como mi piel.
Me mareo. Trato de ver el paisaje. Todo lo que alguna vez fue verde, ahora es café, amarillo. Todo está seco.
Paso por puentes y observo la vegetación, pero ya no está. Son mis recuerdos. Hacía años que no transitaba esa carretera. Y la mueca que mi rostro ofrece es no sé si a causa del sol, o de lo que (no) veo.
¡Tengo señal de nuevo en el teléfono! Pero no hay quien reciba mis mensajes o llamadas.
Empiezo a disparar, sí; empiezo a disparar.
A través del teléfono me tapo el rostro y veo el sol, su ocaso, las nubes, y cómo se esconde. Veo pinos y los cambios de color en toda aquella atmósfera.
No me percato de cuando entro a la ciudad, hasta que el cielo es gris, y una ligera llovizna empapa los vidrios del autobús.
Casi he llegado.
De repente suena el teléfono y veo que tengo un mensaje.
«Estoy aquí esperándote».
Y eso basta para que baje del autobús, con el reloj haciéndome correr aún más.
No es otra carta
septiembre 10, 2010
Y escucho un trueno; me asomo a la ventana y veo mil rayos; el cielo es una mezcla de tonos púrpuras y rosas; las estrellas se esconden tras esas nubes.
Mi pensamiento te pertenece, mientras siento el pequeño goteo en mi rostro, y todavía percibo sensaciones de tu cuerpo en el mío; y cómo ríes y cómo muerdes, cómo brillan tus ojos.
Y te veo, te veo en ese cielo desde el cual se desprende la lluvia, te veo en mí.
Y recuerdo la lluvia de días anteriores, mi falda, mis tacones y mi cabello suelto, tus manos, mis abrazos y una copa de vino tinto. Una cajetilla de cigarros.
Ahora kleenex, resfriados y una sonrisa febril; un sentimiento indescifrable, al verte en el jardín, y después de ti ver cómo los rosales se renuevan. Y ver a un sol, y después a la niebla. Y ser tuya, y que seas mío.
Y escribir sobre un tormento, sobre hambre, sobre ansias, escribir una historia, un cuento, falacia, mentira, ficción, fantasía.
Más de una sonrisa traen esos truenos, como las estrellas cuando te miro cielo.
Cuando llueve, cuando estoy a tu lado, cuando estás a mi lado, cuando duermo con tu aroma, cuando despierto en tu ser. Cuando me caigo de la cama, cuando no quiero mañanas.
Y los relojes me cuentan las horas, los días, mientras el calendario marca el tiempo. Y me hace ver que soy feliz. Que no te cuento, que no te lo digo. Yo te lo escribo. Aunque no lo leas.
Porque arrancas las hojas en blanco de mi memoria y las llenas con tu pensar, y yo revuelvo tu cuerpo.
Te escribo, te leo, te beso y te quiero.
Y no sé qué más digo, pero sé muy bien lo que siento. Y así lo expreso.
Te veo, te siento.
Y más; más que una noche de tormenta, más que un amor romántico, más de lo que perciben…
Ya soy libre, pienso, mientras veo el cielo oscurecer, y te extraño y deseo que estés bien.
Tomo una taza de té y mi pendiente en la otra mano, veo los rayos y siento la lluvia.
La que te enloquece, y veo que esto no tiene sentido y no me importa, porque sonrío.
Y sin saberlo, lo hago porque tú eres quien abre mis labios, en un beso, con un gesto, al hablar.
Y veo al cielo y ya no pregunto. Sólo quiero esperar.
Y volver a la cama, con un libro o dos, o con hojas en blanco y desnudarme por completo; hablar, cantar, reír y por supuesto; soñar más.
Si te dijera…
septiembre 10, 2010
Si te dijera la verdad, sería una mentira.
No puedo hablar cuando veo el brillo de mis ojos en los tuyos y cuando acaricio tu rostro.
Si te contara un cuento; no sería una verdad.
Sería como la lluvia que cae ante mis pies.
Pero las gotas son reales; las que corren por mis piernas.
No te hablo, que mi voz está apagada por besos.
Y aunque quisiera decirte todo, todo lo que hay;
Ni las palabras, ni los signos, ni los gestos, ni las caricias o besos;
Ni los astros, ni los años… alcanzarían.
Pero eso ya lo sabes y con una sonrisa (por ahora) me conformo.