What is the Word?

abril 27, 2009

folly –
folly for to –
for to –
what is the word –
folly from this –
all this –
folly from all this –
given –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this –
this –
what is the word –
this this –
this this here –
all this this here –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this this here –
for to –
what is the word –
see –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
folly for to need to seem to glimpse –
what –
what is the word –
and where –
folly for to need to seem to glimpse what where –
where –
what is the word –
there –
over there –
away over there –
afar –
afar away over there –
afaint –
afaint afar away over there what –
what –
what is the word –
seeing all this –
all this this –
all this this here –
folly for to see what –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
afaint afar away over there what –
folly for to need to seem to glimpse afaint afar away over there what –
what –
what is the word –

what is the word

Samuel Beckett

¿Quien?

abril 27, 2009

Tienes serpientes que se desenvuelven cual espirales cayendo por tus hombros y por tu espalda. Tu piel es blanca y tus ojos inmensos; hipnotizantes a quien te mira.

En un pedestal, sola, sin nadie que llegue a ti, ausente del mundo, todos mirando y buscando el lugar en dónde estás.

Muerta, sólo en fantasías y en sueños te encontrarán.

Cuando saliste de ese baño, tu piel pálida y las cuencas de tus ojos púrpuras miraron el reflejo de un cristal, tus labios sellados enmudecieron una vez más y caíste, en ese torbellino del que pareciera no puedes escapar.

La tierra es el dolor que te hace vivir, el mar es el sentido que te hace vibrar para así querer huir y fundirte en ese negro abismo, del que no saldrás jamás.

Tus labios encarnados no dirán una palabra más, hasta que sientas ese abrazo pasional, que calcine tus ansias y acabe con ese malestar.

No preguntes, no indagues, no; no te dañes más.

Olvida las pesadillas y no te concentres en los sueños, deja las aflicciones atrás; libérate; no sufras  ni agonices ya.

Súmergete en el día, en la noche y no despiertes hasta un brillo en una nueva oscuridad.

Tus huesos son frágiles, toma su dolor y empléalos como dagas contra ellos, no permitas que te dañen más.

Descarga la furia con quienes lo merecen pero tú, no te culpes; incluso si es por matar.

Brinda con una copa que tiene veneno, que contiene sangre, que tienes guardada en aquel altar… Nada contra el viento y déjate llevar, ansía el momento, que pronto llegará y con él, la felicidad, esa que siempre has buscado y que pronto se culminará.

Volar

abril 14, 2009

Sin un fracaso

Con todos los desafíos que proporcionan las encrucijadas de una vida.

Con la vida tan larga en tan pocos años.

Con los años por delante;

Que van quedando detrás por lo que se perdió.

Porque lo que se perdió no se puede recuperar.

Porque ya no se quiere estar.

Porque no se puede soportar…

Un cambio más

Un fracaso… quizás.

Porque se siente el dolor

El color gris de una desesperanza.

El amor que sangra, quien brota por las heridas, quien cae una vez más.

A quien no se puede querer, a quien se debería de amar más.

Porque las desilusiones van de la mano con las dichas que nunca se conquistarán.

Porque es imposible el no sentir y no llorar.

Porque es imposible volar.

fotofblakefatone

Imagen: William Blake

Post Moderno

abril 2, 2009

Deborah no podía contener su angustia, las tabletas de rivotril por tanto tiempo, ya no hacían el mismo efecto, cada vez necesitaba más.

No podía quedar encerrada en su piso, puesto que el temor a una claustrofobia la ponía más ansiosa. Decidió salir esa noche, ir a un bar. Quería distraerse, escuchar un poco de música, de psycobilly o de rockabilly, estaba harta de la música clásica, no podía tocar el piano, sus manos temblaban demasiado para ello.

Llegó al bar, y todavía era temprano, no había mucha gente, conforme las horas pasaron, hubo más y más, ella pasó enfrente y a través de todos sin dar ninguna importancia y sin mirar a nadie.

Se sentó en la barra y pidió tres shots de whisky, straight, quería algo fuerte.

Pensaba en lo que debía hacer, en lo que tenía que hacer, en cómo lo podía lograr. Se hundía en los pequeños vasos de cristal, una y otra vez viendo su reflejo en el mismo vidrio. Hasta que llegaron ellas.

La tocaron por la espalda; ella se viró y las miró directo a los ojos. Volvió a sus shots. Ahora la empujaron. Le preguntaron que quien era y qué hacía ahí.

Ella no quiso responder y una vez más se giró.

La primera fue Johana, tenía tatuajes y el cabello teñido de rosa, se mostraba vulgar aunque se creía inteligente. Se le escuchaba por todo el bar reír a carcajadas como si de una prostituta en un burdel se tratara. Kristine fue la segunda, sin una gota de maquillaje, con un aspecto de niño, delgada, ojos azules y cabello corto, hacía burlas acerca de Deborah, de que estaba ahí sola, de que no tenía que estar en ese territorio, hablaba de ella por todos lados para hacerla quedar en mal con todos en ese bar.

Seguían las hipócritas de las tres Anas que habían y que entre servían los tragos y conocían a todos, le decían a Deborah, no les hagas caso; mientras que por otro lado, en la cocina se escuchaba cómo hablaban de ella.

Deborah seguía pensando… no eran claras sus intenciones, no sabía el rumbo que tomar, pero necesitaba «no estar», estaba cansada, harta y se le hacía injusto que por ir a un bar sola, unas cuantas hablaran de ella, por lo poco que sabían.

Jessica , Mia, su hermana, una tal Fay con un desmesurado atuendo estrafalario y vulgar como ella, con la sonrisa fingida y dolida porque no valia nada y nadie la miraba siquiera y Laura siguieron. Se mostraban ante todos con su pose de modelos, de fotógrafos, de la última moda, cuando en realidad no tenían nada, ni altas, ni el cuerpo de una modelo, y los jeans ajustados que dejaban entrever la celulitis de sus cuerpos, de sus abdómenes.

¿Por qué se comportaban así?

Deborah no lo lograba comprender. Llegó Felicitas junto con Lisa y una botella de Jägermaster, la rubia pálida, llevaba más colorete que un payaso, todo porque su máquina de bronceado se había estropeado y era la hermana perdida de un actor, a quien en cuyo caso, apenas y se conocía. Pero los ojos marcados en negro con ropa en animal print, eran más que los de una «puta de categoría». A las risas, irónicas por supuesto hablaban de Deborah y de su comportamiento aislado en el bar.

Deborah sólo escuchaba y escuhaba los ecos de esas voces que daban en su espalda, que entraban por sus oídos y hacían que se sintiera peor. Llegó a la conclusión de que no podía continuar así, si estaba más ebria, no podría pensar ni actuar como debía.

Se sentía triste, acosada, tenía un ataque de pánico, pero en realidad aunque ella no lo sabía era un ataque de ira.

Estaba harta de que se le criticase por quien era. Llevaba puestos unos pantalones negros ajustados y un corsette con encajes, rosa en combinación con los pantalones. Una ligera chaqueta y aunque ella no lo se percatara, se veía despampanante. Por ello muchos de los hombres llegaron hacia ella y la abordaron, pero ella seguía hundida en ese reflejo. El perfume con notas de orquídeas se notaba cuando inclinaba su espalda hacia atrás en cada trago, con sus rizos al aire, con sus ojos cerrados, ahora deslumbrantes, pestañas como alas de mariposa y los labios más sensuales que se puediese haber visto jamás.

Sólo se centraba en esos pensamientoss y en esa ansiedad que le carcomía las entrañas. No quería saber nada más, ignoraba a los hombres a su alrededor. Quizá por eso las risas de aquellas mujeres, y las burlas de quienes no la conocían.

Quienes no sabían lo que les esperaba.

En uno de los últimos tragos, se quedó sumergida en el laberinto que representaba su figura reflejada en el fondo del vaso de cristal y ellas regresaron.

La tomaron por la espalda y le preguntaron de nuevo que, qué hacía ahí, que no era su lugar y quisieron darle a entender que no querían perder su lugar; claro, lo dieron a demostrar con su inseguridad, no querían que alguien mejor que ellas se interpusiera en su «territorio» como si de una lucha en la selva se tratara o de un territorio en dónde corrían las drogas, la cocaína por kilos y la marihuana en todo el aire que se infiltraba por los pulmones.

Deborah se cansó de esta situación, no aguantaba, no quería hacerlo, pero se sentía presionada; escuchaba todas esas voces y no quería más de lo mismo. Tenía que terminar con esto y pronto -Se decía a sí misma-

Entonces se levantó de ese banco, acomodó su sombrero y fumó la última bocanada de su cigarrillo, lo tiró al suelo con duela de madera y entonces con sus tacones de 12 cm lo apagó, viendo hacia el suelo.

Estababa nerviosa, sus cigarros siempre estaban dentro de esa chaqueta así que introdujo su mano, y suavemente sacó de su chaqueta un revolver. Plata, con una cacha grabada con sus iniciales. D.I.

Se puso de pie firmemente y con la sola mirada retó a las tipas marchitas ahora por el pavor, por verla, no molesta. Peor que eso. Sin una sola imagen en su rostro que demostrara alguna de las emociones que sentía.

Se encontraba harta, no podía más con esas risas fingidas, con esa soledad, con las burlas de vulgares mujerzuelas.

Sentía el peso del revolver en sus manos frías y sudadas, el frío del metal contrastante con la suavidad de su piel. El aire era denso y el tiempo se había detenido. Los efectos de las drogas y el alcohol en todos había pasado y al centro del bar se veía la barra y una chica de pie con un revolver plateado, cabizbaja, pero con brillo en sus ojos, en los que se reflejaba la misma imagen de aquellas que la acosaban y la querían fuera de ese lugar.

Tan importante era para ellas, que por una noche no la dejaban en paz, tan importantes eran los hombres que se acercaban a Deborah para conquistarla que ellas la odiaban, con tan sólo verla.

¿Envidia acaso?

Ya no soportaba más, las combinaciones con los medicamentos y los tragos la habían knockeado, en realidad seguía pensando que no quería terminar así. No hablaba. Sólo se veían sus labios en un tono rosa. Inclinó la cabeza hacia un lado y en ese momento apuntó hacia ella misma. Su sien era tocada por ese pulido metal.

Y por primera vez habló.

-No van a hacer que termine así- Dijo como una advertencia-

Y una sonrisa diabólica salió de sus labios. No temblaba. Ahora ya tenía la solución a lo que se había estado planteando por tanto tiempo.

Decididamente tomó otra dirección, caminó hacia una de las paredes del bar, dónde se encontraba un juego de dardos. Con el revolver hizo unas señales, queriendo que poco a poco se acercaran, una por una, o en grupo, daba igual, las quería con ella.

Todos estaban asombrados, no permitían la entrada con armas al bar, pero a ella no la revisaron, simplemente llegó temprano, sola y bueno,  se sentó a beber en la barra.

El miedo se hizo presente en el mismo ambiente, se sentía denso, una bruma que cubría los intestinos de todos que miraban. Deborah no mostraba ninguna actitud agresiva, pero tampoco era pasiva. Ahora estaba actuando.

No iba a permitir que alguien más hiciera que su vida se acabara y que le hiciera temer más el lugar dónde ella quería estar. Se estaba enfrentando a sus miedos y a sus enemigos.

Una por una las acorraló, con las rodillas  golpeó en el estómago a varias mientras tenía apuntando con el revolver a otras y otros para que no se acercaran. Las hizo caer al suelo. Y las puso contra la pared.

Le irritaba ver esos cabellos mal teñidos y mal peinados, sucios, no lo toleraba. No quería que le quitaran lo que era suyo, lo que le habían regalado. La angustia había sido reemplazada por coraje, por un tipo de venganza hacia extraños.

Las pateó una a una siendo más déspota que fuerte. No las toleraba y se dió cuenta de que en verdad, era mejor de lo que había visto, pensado o sentido. El miedo se había ido. Se sentía liberada. Pero en una de sus manos sostenía ese brillante objeto, entre sus brazaletes y anillos.

Sin embargo lo que más brillaba en ella era esa mirada, que a pesar de todo, no estaba perdida.

Uno a uno, todos los que permanecían en el bar fueron saliendo; no importaba. Deborah sólo estaba consiente y sólo le importaban las que se habían burlado de ella, las que habían hablado de ella.

Por celos, por envidia, sin saber de sus pensamientos y sólo porque se veía mejor que ellas, pero sin conocerla, también porque sabían que ella era mejor que todas juntas.

Con más fuerza las pateó y hubo incluso algunas que se desmayaron del dolor, se podría decir que con esas botas y esos tacones, podría provocar una hemorragia interna. Otras simplemente estaban tan asustadas que no se podían mover.

Tomó de nuevo el revolver, hizo a un lado su cabello e inclinó su sombrero y apuntó a su sien, sientiendo el frío de una muerte pronta.

Les preguntó de esa manera:

¿Esto es lo que quieren?

Y hubo algunas que dijeron:

– Sí, ya acaba con esto perra desgraciada.

-OK – Dijo ella-

Y entonces alejó el revolver de su cabeza y quitó el seguro, se escuchó un ligero sonido entre el más perturbador de los silencios.

Apuntó hacia ellas y una a una las dejó empapadas en la sangre una de otra, les apuntó directo a la cabeza, no falló en ningún tiro. Calleron muertas ante sus pies.

En realidad era lo que querían, ellas lo dijeron, cuando vieron una escena cercana a la muerte. Más no se percataron de la astucia de Deborah, que en ningún momento dijo que se suicidaría, sólo hizo alguna mención a la muerte.

Acabó con ellas, ellas que la habían insultado y perturbado más. Pero al acabar con esto, se sintió aliviada, porque ahora ya descansaba de pensamientos, había matado a las cabezas, las mentes, y la suya era ahora libre. Para seguir, en un bar, que quedó con cadáveres y ella, siguiendo bebiendo en la barra, disfrutando de su soledad y sin ser interrumpida. Regresando pronto a lo que era ella. No lo que fue esa noche.

Puso algunas monedas en la rockola y viendo los cadáveres por última vz en esa noche dijo: Por mí y por lo que valgo.

Adiós.

Y salió con el paso más firme que jamás había tenido, se dirigió a su casa, decidida a descansar, guardó el revolver y mantuvo esa noche en secreto, como un triunfo, una venganza, no había cometido lo que temía, había podido encriptar esos miedos que vendrían y se sentía por fin como lo que era, lo que le habían hecho sentir y se recuperó.

Todo gracias a quienes le quisieron hacer daño y a quienes tuvieron el peor de sus castigos. Ser enfrentadas y amedrentadas por alguien a quien en algún momento vieron inferior.

Get off- The Show is Over-

-Dijo y sin más. Así terminó.

sangre