Nueva

enero 22, 2012

Renacimiento.
Oscuridad.
Deseos.
Ruptura.
Caos.
Retornar.
Mirada.
Inicio.
Fin
Pero también un ciclo.

enero 25, 2011

Veo pasados en mi presente. Escribo lo que no quiero y leo lo que con tanto miedo escondí debajo de la almohada.

Veo que los años han pasado; me miro al espejo y no me encuentro. Veo marcas de vapor y un vacío que se desborda.

Afuera hace frío, lo dicen mis entrañas, el cielo está gris, se consume, quiere más no explota… está esperando algo; no sé qué. Mientras mis lágrimas recorren pañuelos que se funden en mis párpados ya negros y en la sangre que brota de mis encías.

No tengo el corazón roto, lo sé, como sé que está perdido.

Si hay algo en mí es mi alma y está quebrada. Hoy no sé en dónde estoy, no sé en dónde quiero estar. Después de tantos años me he cansado. Llegar a la montaña, a la cima y haber tardado tanto para estar sola, o acompañada por mi soledad… no; no es lo mismo.

Recuerdo pinturas, fotografías, carreteras, viajes… cierro los ojos y me encuentro con que todo eso pasó hace tanto tiempo que tanto es lo que he vivido y tan rápido que no lo había contado.

Echo de menos a muchas personas, los recuerdos de cientos de paisajes, de memorias, de letras, de frases, de hechos…

Hoy estoy destrozada… soy una incógnita-pienso- pero no; ya no lo soy más y eso me vuelve más vulnerable.

Encontrar sombras, nuevas sombras, nuevos miedos, nuevas facetas en viejas personas, reencontrar a amigos, amigas… o sólo recordarles.

Ahora sólo veo que tengo libros, menos de los que quisiera… cuadernos deshechos por tanto escribir, letras borrosas por las lágrimas que caen sobre la tinta fresca y el perfume de inciensos… botellas de vino tinto, y copas inexistentes. Estoy yo con mis grandes ojos negros, cambiada y vuelta a ser la de hace algunos años. Este círculo ha girado tanto que la imagen se volvió una espiral y yo me fundí en ella mientras el reloj seguía con su tic tac… me perdí, de todos, de ti, de mí, quien quiera que seas y hoy no sé si te he encontrado, ni siquiera sé si te he buscado… pero regresaste.

Entre lágrimas te veo y te quisiera dar un abrazo, pero el susurro de los árboles al viento me hace ser cautelosa… el cabello tapa mis ojos y las gotas empiezan a caer… y no sé si son lágrimas o lluvia…

Quizá todo esto sea parte de un sueño lúcido, o un de un despertar en un hospital después de extirpar algún maltrecho órgano… lobotomía frontal.

Muerte y desdoblamiento…ahora ya no quiero, no quiero distinguir la realidad.

Estoy aquí

enero 6, 2011

Este año ha venido lleno de sorpresas, de ruidos de campanas y de silencios memorables en los que me refugiaba entre la sombra que daban las hojas de un árbol por fuera de la que por poco tiempo fue mi ventana. Escuché el silbar de pájaros, dejé por un tiempo todo lo electrónico: laptop, teléfonos, agendas, internet, televisión, radio. Y no me arrepiento; esa fue mi desintoxicación y me llené de ilusiones, de conflictos resueltos, de ideas rebuscadas pero claras y precisas, de noches de insomnio, de noches de luna y de días en cama, de ver libros, de releer páginas, de encontrar memorias, recuerdos y deseos desfragmentados en cajas de cartón.

De tomar un buen vino tinto y de ser feliz abrazando a una botella verde.

Ahora el descanso se reflejó en el quéhacer y en no tener tiempo para nada, pero a la vez ocupar las más de 24 horas del día en asuntos que sólo me pertenecen a mí. Y no me contradigo, sólo que es lo que pienso.

La desilusión y su sabor, me llegó, pero la alejé y pasé otro año, y ahora sonrío y no lo creo, ya no cuento las lágrimas, ni las sonrisas… tampoco los días, ni marco las fechas. Ahora sólo vivo esto, que es mi vida, un instante, una eternidad, lo efímero de lo memorable, las sonrisas invisibles e incoloras, los abrazos y las miradas que no recibí.

Ahora me percato de dónde estoy, y de mi lista de deseos, de mis ojos quebrándose ante estas lluvias de estrellas, de fiestas que vanas, ahora me río de ellas.

Llego de nuevo al mundo virtual, y veo que tengo mucho, muchísimo y antes me di cuenta de que mucho de lo que he querido en la vida lo he conseguido y sigo en esa vía para conseguir lo que me hace falta, eso, para complementarme.

Encuentro cartas, libros, vino, y mi llegada…veo éxito, una renovación al alma sin dejar que fluya mi esencia.

Ahora mi cabello está diferente, también mi maquillaje, mis manos, mi tipo de pensamiento e incluso mis recuerdos ya no son los mismos que antes. Tampoco mis deseos, aunque me haya dolido el ver anillos en otras manos y ver los míos en fotografías, y en lágrimas reflejadas no es mi prioridad.

Sigo amando a la luna, vivo en una ciudad que no creo que sea la que dejé… me sigue gustando la niebla y la lluvia, el sol me sigue matando y yo desmorono a personas con mi mirada, mi sonrisa y mi perfume. Hoy ha llovido dentro de mi habitación y las gotas son azules…hoy le escribí, y hoy escribo yo, y leo, y pienso y deduzco, pero lo más importante es que sonrío. Tomo té, me preparo una tostada con margarina y mermelada. Me fumo un cigarrillo y veo que mis labios son rojos y mi piel vuelve a ser blanca, muy blanca…

Vuelvo a ser yo, y estoy aquí, deseosa y con coraje, queriendo hacer más y más, teniendo logros a base de golpes duros, de nervios pero también de reconocimiento de parte de muchas personas; de un reconocimiento que yo no me he esperado.

Vuelvo a escribir en un día de reyes, escribo cartas entre líneas y miro hacia el cielo… días anteriores. Recuerdo, respiro y continúo, otro año, y seguimos aquí.

Gracias por ser y estar, por escribir, por leer, por pertenecer a este espacio que es parte fundamental de mi vida, gracias por sus mensajes y críticas, esos; que me han hecho crecer y llegar a dónde estoy.

Hoy no hay un personaje; hay varias facetas y soy feliz.

Es… simplemente una epifanía.

En toda la vida de B no había habido marcas tan notables como las que ahora sentía, esas que la laceraban. Las preguntas hacia sí misma, los recuerdos y las comparaciones.

La vida notablemente había cambiado en todos sus ámbitos. El entorno no era el mismo, ni la ciudad, ni su cabello. Ya no tomaba las copas de vino o whisky como antes. No disfrutaba del conocer a nueva gente. De momento todo era un torbellino, o más bien un huracán y ella se encontraba dentro; en el ojo.

A su alrededor veía libros girando, cuadros de Monet, de Manet, de Van Gogh, pero lo que más la perturbaba eran las imágenes de relojes blandos de Dalí. El Conejo Blanco de Alicia, los árboles que ahora ya no existían más que en su imaginación y la idea de este Ícaro en la Luna, de Nephilim, de Bartleby.

La impotencia sin dolor, sin lágrimas; viendo lo que había sido, lo que había aprendido y lo que había vivido. Cómo ahora lo que él le había dicho la perseguía constantemente en las sugestiones de los demás. Sus celos hacia los libros de filosofía, el cine, el teatro, las fotos, la cama deshecha estando juntos. Las fiestas inacabables. El no contar las horas. El contar sólo con un reloj que él tenía tatuado en el pie derecho. Y la imagen borrosa de un director de cine, de un director de teatro, de su mejor amigo, de su amante, de su hermano, de su igual; esa imagen que se entreveía en el reflejo de un cristal empapado por gotas de lluvia, en los ventanales de una librería donde compartieron una botella de vino tinto barato porque preferían comprar más libros que vino y chocolates. El recuerdo de que ese día fueron los últimos en salir quedándose por horas jugando por los tres pisos leyendo en la alfombra, resguardándose de ese frío en una noche de otoño.

Habían pasado tantos años que B ni siquiera lo había notado, por su vida existían otros hombres, otros países, otros caminos, pero nunca nadie la había marcado de esa forma. El argentino que le regaló ese Merlot, esa vela de fuego y esas rosas hechas cenizas había desaparecido. El hombre que la había encantado y no de una manera coloquial ya no estaba con ella. No de la mano, ni en el teléfono, ni al otro lado de la computadora. Tampoco en la estación de autobuses, en el aeropuerto o fuera del metro esperándola siempre con regalos. Porque todas las veces que se veían él le daba regalos y no importaba lo caros que fueran, sino el detalle… algunos comprados, otros hechos a mano por el titiretero. Él movió sus hilos, la hizo girar y reencontrarse con ella misma y con todas las que había en su interior.

Con el paso de los años B se percató de que él tenía razón. No debería de bajar la cabeza, ni hacer menos su talento. Nunca por nadie, por muchas envidias que le tuvieran, siempre alzar la voz junto con la mirada. B estuvo a punto de casarse, B viajó por muchos países, B se mudó en distintas ocasiones y tuvo variedad de personalidades junto a ella. Pero si amó a alguien no se podría decir. Sólo bastaba con escucharla hablar de lo que había vivido con él. De las fiestas, de sus perfumes, de los fuegos artificiales, de la Chica Voodoo, del cine, del Surrealismo, del Impresionismo, y de quien le dejaba mensajes en servilletas siempre dentro de los libros que ella leía para encontrarlos a modo de sorpresa. Quizá era su alma gemela, aquél a quien le decían que era un ególatra, un ser déspota, un elitista. Para ella fue quien la marcó de por vida, y ahora miraba hacia atrás y aunque estaba sola se sentía feliz de haberlo conocido, de haber compartido tanto y tan poco con él. Los demonios ya no la perseguían, pero a veces lo echaba de menos.

No tenía quien fuera al cine con ella, o aguantara sus maratones de filmes, los surrealistas, los expresionistas, los de Tim Burton y leer a Camus, a Shakespeare o a sí mismos. Hacer el amor no era lo más importante. Lo importante eran las conversaciones, el dormir abrazados sin píldoras, el descansar en brazos uno del otro, el poder cantar hasta las tantas y a escondidas. Las borracheras de estudiantes perdidos en los abismos de sí mismos.

La sensación de comfort que daba esa unión, esa presencia, saberse cuidada, pero no en tan alta estima, no haber entendido en esos momentos un «TE AMO» o un «TE ADORO», ahora lo veía con un poco de recelo y sus ojos se entrecerraban, sentía que estaba en la casa de los espejos, en un carrusel, pero ya no tenía la mirada triste.

Había entendido que lo que pasaba ahora era su vida y no le pertenecía a nadie. Era ella. Los cumplidos los guardaba en sus entrañas queriendo abrazarlo, como la última vez que lo escuchó al otro lado del teléfono. No sabía en dónde esaría él o ella. Quizá en la misma ciudad, quizá esto era un sueño más, o un despertar. Las madrugadas eran la peor parte, pero ya había pasado y el café había quedado atrás. Como el vino que se derramó tantas veces en aquella alfombra y las ojeras de un candor sexy que despertaba el interés de algún intelectual.

Mortal; una línea los separaba. La muerte y la genialidad. El gris siempre y en diferentes idiomas.

B ahora recordaba, sintiendo el aire frío que la rodeaba y viendo cómo alzaba el vuelo de nuevo.

Era un nuevo día, otra vida, y B abrió los ojos y miró el puente, el vacío que él le dejó, pero siguió con su camino, hasta llegar a su casa y ver la Vela de Fuego no consumida, su muñeca, los libros que él le había regalado y que tomaba como amuletos de la buena suerte, y el aroma de las cenizas de 8  rosas rojas la inundó.

Todo era una espiral. Eran Morne y Jikan. Eran Nephilim y Vampiresa. Eran los Surrealistas, los elitistas, los depresivos. Los maniacos, eran aquellos instantes; los padres de Lilith y quienes querían aprender a hacer cine, ella escribiendo y él dirigiendo, ella fotografiando y él regañando a los actores, burlándose de los demás…

Eran los que vivieron juntos, los que preferían tomar capuccino con amaretto, los que bebían y bebían… hasta consumirse. Ella era su muñeca, él era a quien no se le ponían etiquetas. B  estaba sola en esa habitación, bebía un sorbo de esa copa y recordaba. B no sabía en dónde estaba, pero sabía lo que quería, sin embargo en ese momento como en muchos otros más lo hubiera querido compartir con él…

Y hoy…

diciembre 2, 2009

Y pasa otro año, otro lleno de recuerdos. Uno que no ha sido amargo, uno que no ha tenido sinsabores. Uno en el que se han derramado lágrimas de felicidad y de infortunio. En el que no ha llovido. En en cual vi hadas en el rabillo de mi ojo derecho, tras lágrimas y conocí a duendes.

Me he escondido entre árboles y he escuchado al silencio, he sentido el palpitar de su corazón y he visto las más crudas decepciones.

He rechazado a la soledad y he sonreído mientras camino sola, por calles que parecen vacías; sin escuchar voces, ni siquiera susurros. He visto florecer y he visto crecer.

He evitado lo inevitable y sigo pensando, sigo escribiendo, y a pesar de todo lo malo, no puedo tener porcentajes o arrepentirme de algo. Lo he probado, y su sabor no ha sido malo, pero su efecto ha sido como veneno en ciertas ocasiones.

Perdí a la Luna tras el correr de esas nubes y me perdí en la carretera sin ver esos bosques, sin escalar aquellas lejanas montañas. Me alejé de ti, y te sigo recordando. Duele ser o estar hoy… y al mismo tiempo es un orgullo, porque no soy la mujer de ayer y sé que nunca más lo seré.

Se que tengo compañía, encontré a gente fabolusa, y traté de olvidar a dos amigas; Melancolía y Soledad, pero han vuelto a mi. No, no escribo sobre ellas, ni para ellas, ni por ellas. Escribo porque lo necesito, porque para mi es respirar y ya me estaba ahogando en un vacío lleno de tartas y falsificaciones.´

Ahora sólo deseo, sólo deseo… y no espero a Esperanza, pero pienso en ella y deseo, deseo y por momentos… creo.

Canción de Primavera

marzo 24, 2009

Salen los niños alegres

de la escuela,

poniendo en el aire tibio

del abril canciones tiernas.

¡Qué alegría tiene el hondo

silencio de la calleja!

Un silencio hecho pedazos

por risas de plata nueva.

Voy camino de 1a tarde,

entre flores de la huerta,

dejando sobre el camino

el agua de mi tristeza.

En el monte solitario,

un cementerio de aldea

parece un campo sembrado

con granos de calaveras.

Y han florecido cipreses

como gigantes cabezas

que con órbitas vacías

y verdosas cabelleras

pensativos y dolientes

el horizonte contemplan.

¡Abril divino, que vienes

cargado de sol y esencias,

llena con nidos de oro

las floridas calaveras!

Federico Garcia Lorca

Atrapada

marzo 20, 2009

Caí dentro de esa caja; cuando abrí los ojos me percaté de que no había ni una salida, ni una entrada. Estaba acostada en forma fetal, no había casi aire y todo era negro en derredor. El poco aire enviciado ya tenía el aliento de sus recuerdos y veía entre mis manos arrugas, que se desfiguraban cuando movía los dedos y con las pupilas dilatadas vi que sólo eran mis venas saltadas por la alta presión sanguínea y la «atmósfera».

No sentía miedo, el miedo se da ante lo desconocido, y ahora yo simplemente tenía angustia, por no saber lo que podría pasar.

¿Cómo había llegado allí?

¿Cómo podría salir?

¿Estaba sola o me acompañaba?

Sentía su aroma de frases, su acento en mi voz.

De tanto pensar quedé dormida, tenía las manos sujetando fuertemente mis rodillas y me encontraba desnuda, temblaba de frío y tenía fiebre. Desperté temblando y miré hacia todos lados, los cuales parecían los mismos, todo era oscuridad y sentí debajo de mis pies descalzos huesos secos y tierra.

Pero seguía sin poder moverme. Me habían cortado las ilusiones. Por primera vez necesitaba usar mi voz, y no servía de nada un grito, sólo quería hablar, quería que se me escuchara. De nada servían mis ilusiones. Seguía pensando en cómo subí esas escaleras, seguía pensando en esa niña que se reflejaba en los espejos con marcos dorados, sentía el fuego que me consumía. Todavía.

Poco a poco pude ver más claro…

Me di cuenta de que las uñas de mis manos habían sido recortadas, y mis ojos estaban secos; quería llorar pero no podía y lo poco que veía era distorsionado. Sabía que eran mis manos pero no las reconocía, esas arrugas en forma de venas me asustaban y me hacían pensar en mi edad.

La angustia me apresaba y yo no podía más que tocar mi pecho y rogar no más por ese estado. Cerré los ojos y sentí un resplandor que hizo que me sobresaltara. Cuando abrí los ojos ví que era un sueño, que me encontraba en esa vieja cava, dónde a mis 5 años me escondía con libros y cuadernos; esa vieja cava que guardaba todos mis secretos, y no me podía mover porque esa niña ya había crecido; y la posición fetal significaba que quería el regreso.

El regreso – ¿ a qué?

-¿Era la felicidad acaso?

Cuando vi el respandor con los ojos abiertos vi que estaba en un cuarto blanco, sin ventanas, sin puerta, sin cama.

Lo más increíble era que YO misma me veía… mi cabello estaba suelto y estaba cada vez más delgada, sabía que era yo, pero no era mi cabello. Seguía pensando en aquellos huesos que sentí por debajo de mis pies… eran los recuerdos, eran los muertos de ese incendio en los que sobrevivió la nena de 7 años.

Seguía viendo y oliendo soledad. Antes sentía su compañía de una forma u otra, pero ahora seguía sintiendo ese daño, ese dolor y grité hasta quedarme afónica, pero no hubo ojos que leyeran mis labios. Cuando me recobré de ese ataque de histeria me percaté de que estaba atada por las muñecas y por los pies…Era una presa y tenía miedo.

Era una presa de mi propia mente y mi mayor miedo era lo que vendría después, pues estaba en un hospital y sabía que no quería.

-No sabía qué-

Escuchaba guitarras, entoné canciones y lloré sangre, como mi último adiós y me dolió… recordar me dolió.

Quería estar fuera de ahí, quería a quien me acompañó en la oscuridad, no quería a mis recuerdos, ni quería a ese hospital… pero no pude despertar.

Acepté vivir ahí, sin comer y viendo una cabellera que nunca crecía y sintiendo unas manos que no eran mías. Aprendí a recordar, acordé con el sufrimiento y la soledad un trato y así no me dejaron más sola. Me hicieron escribir y aún sigo esperando a aquél que lee mis labios desde siempre, que conozco desde antes que estuviera aquí. Aquel que soñé siempre, quien me hizo reír, por quien viví y por quien tan vez morí, por quien perdí, por quien ha sido mi más grande premio.

Aquel que ahora está en mi mente, quien me acompaña siempre, quien me hizo girar, quien me hizo caer, está conmigo, pero aún así lo sigo esperando, y sigo teniendo miedo.

Mi voz no se escucha y yo, ahora que ahora le encuentro un sentido a la vida, se lo quiero dar. Quiero terminar este sueño, quiero salir, quiero respirar, ya no quiero recordar, pero quiero escribir, y estar con él, que (suena raro) es mi sueño más lúcido, el más vívidoy al que más miedo le tengo. Por lo mucho que significa para mí. Ese que se adueñó de mis sueños y de mi propia mente, quien tiene mi vida y todo lo que puediese valer en sus manos… Aquel que necesito para despertar y no tener miedo a otro sueño más, para abrir los ojos y ver que es el sueño que se hizo realidad. Y no tener miedo jamás… de mi misma. De mis trampas y de no poder ser YO, de ser sólo Mi Mente…

20070604104530-miedo

Real

marzo 8, 2009

Te regalo una rosa desnuda de espinas.

Te entrego lo que soy en el más puro de los sacrificios.

Camino hacia la luz del Sol; pensando en ti.

Caigo en los huecos que el deshielo hace en la nieve; todavía.

Voy bañada en tus besos.

Y perfumada con tus abrazos.

Fumo las cenizas y la niebla en derredor.

El asfalto lo hace casi imposible.

Pero llego. Casi he alcanzado la meta.

Volando hacia ti.

Retazos de Vida

febrero 17, 2009

Dentro de una bolsa empolvada estaban ancladas las imágenes de una o de muchas vidas unidas y ya perdidas. Cuando abrí la bolsa supe que había reencontrado parte de un presente que me angustia, más no sabía lo que conllevaría.

Recuerdos, odios, amores, y belleza en forma de felicidad, en miradas de ojos gigantes.

Ahora ya  no veo colores, ni las imágenes; visualizo los sentimientos como en un reflejo, en algo ilusorio, que a la vez quisiera regresar y a la vez quisiera olvidar.

Han sido martirios escalofriantes, de noches en vela y días iluminados, lastimándome.

Persiguiendo en sueños lo que no se encontraría. Queriendo regresar a esa parte, en dónde la felicidad se cobijaba tras una ventana en un crudo invierno, dónde quiero estar en lo que es mi futuro.

Vi que la lucha ha sido constante y encontré el hueco que forma(ba) la sangrante herida, y vi que todavía duele. Compartí mis sentimientos, mis deseos con muchos, tantos y tan pocos que siento que esto que hay, no es real.

No sé cómo salir de este acertijo, sólo me pregunto -¿Hasta cuándo? y cierro la cegante mirada ante las lágrimas que pesadas mojan mi rostro, empapan mis sábanas blancas, y recorren mi piel como si de una lluvia de mercurio líquido se tratara. Mis manos tiemblan y no me detengo a pensar en las clausuras, ahora sólo se que enfrento al miedo, a un fantasma de soledad y de tristeza que por más de 20 años me ha dejado marchita, con aliento a menthol y en la sangre los comprimidos de una indigestión de sinsabores y claroscuros.

Me duele, estoy rodeada y aunque sé que no estoy perdida, no sé, cómo escapar de aquí.

En este mundo no hay héroes, ni heroínas… no he pedido ayuda.  He callado mis labios y atado mi lengua, y sólo transmito lo que algunas veces siento, como lo hacen algunos, con las manos, con unos temblorosos dedos y una mente ya atrofiada y cansada, con un descanso sin sueño, con un sueño sin fronteras, con la compañía de recuerdos y ruinas.

Quiero gritar mientras lloro, quisiera que alguien lo escuchara, que alguien comprendiera, que esto que hay, en verdad, no son llantos, ni simple tristeza, es una congoja de una vida renaciente, que busca lo que ella sabe que es la felicidad.

Pero…

¿Cómo y hasta cuándo?

Love Theme…Your Princess?

febrero 12, 2009