Amanecer

enero 31, 2008

Era una madrugada muy fría, la chimenea estaba encendida al pie de la cama de la señorita, ella estaba en su cama.

En aquella cama que habían hecho especialmente para ella. Su madre, una excelente dama de modales muy refinados la había mandado a diseñar con un carpintero y un artesano fránces, la cama era de cedro rojo y tenía cuatro pilares, así como majestuosas telas que hacías las veces de cortinas o de pabellones, todo alrededor era blanco, sus cortinas eran de brocado dorado, que cubrian ventanales de más de 3 metros de altura, que ocultaban un balcón, con una mirada hacia una de las avenidas más visitadas de aquella vieja ciudad.

Aquella señorita, estaba recostada, con los ojos abiertos, observándolo todo, pero sin poder hablar, sin poder moverse. Estaba enferma.

No sabían la causa de su enfermedad, pero ese día fue algo muy doloroso para ella. Estaba sufriendo mucho, estaba en cama, inválida, pero plenamente consciente, no podía dormir a causa de aquellos dolores, por lo que la medicaban con gotas de opio, mezcladas en agua con azúcar para que las pudiera tomar, se las daban por cucharadas, ya que ella apenas y podía abrir la boca, los dolores eran inmensos, no los soportaba, su cuerpo no respondía, no era solamente sus piernas, no podía mover ningún miembro, ninguna de sus articulaciones.

Pero eso no quitaba su belleza, su belleza tan nítida, ahora oculta en el mundo, porque la familia que era de un gran abolengo no quería que se enterara de lo que en esa habitación estaba sucediendo.

El dolor en el cuerpo era tan fuerte que no podía tener ni siquiera ropa puesta, así que no la cubrían con nada, no habría más corsettes, ni fajas, si sombreros para dormir, más que un camisón suelto y de una tela muy suave, mientras era presa de fiebres tan turbulentas, que la confundían más, con el dolor, los efectos del opio y el frío del otoño conjugado con el frío escalofriante que provoca una terrible fiebre.

Sus padres no sabían que hacer, estaban desesperados, adoraban a su hija y no soportaban verla sufrir de esa manera, ver cómo una joven con tanta vida, con ese brillo que parecía un resplandor de sus ojos estaba perdiendo prácticamente su vida. La veían y recordaban esas noches de bailes interminables, con valses de Strauss y ella con aquellos vestidos traídos desde Francia, aquellas mantillas Españolas para diversas ocasiones, la graciosa sonrisa y las reverencias con las que siempre saludaba a quienes eran sus anfitriones. Veían en su habitación rosas, rosas de un color muy pálido, a ella eran las que más le gustaban, las rosas inglesas.

-Las rosas inglesas -decía- son mis favoritas, son lindas, tienen un aroma excepcional y su té es fabuloso acompañado por pastelitos con crema de almendras (mientras reía como si fuera un cascabel, así de feliz era)

Sus padres mandaron al cochero en medio de aquella madrugada por un doctor nuevo, esta señorita, veía y escuchaba todo lo que estaba pasando y tenía mucho miedo, amaba a la vida, era muy joven, era bellísima y todos le habían prometido un futuro más que flagrante.

Sólo movía los ojos tratando de observar a sus padres pero era inútil, no podía girar el cuello y las voces se confundían en su cabeza.

Llegó el cochero y con este una enfermera y una carta sellada con el nombre de aquel médico, en el que explicaba que mandaba a una de sus asistentes, que consideraba la más competente, y que lo que esta señorita necesitaba era una sangría. Sus padres lo discutieron, habían probado de todo, habían pasado filas de médicos y nada, siempre era el mismo resultado, ella seguía igual, y por su misma condición no podía viajar en un carruaje a Suiza para descansar y tener una mejor atención. Era demasiado el dolor, el viaje le quitaría la vida por completo.

Asintieron y del lado derecho de la majestuosa cama, abrieron las cortinas de un rojo carmesí, con galones dorados, y la asistente vio a la desdichada enferma, había varios sirvientes para ayudar a la asistente del médico, llevaban las navajas, varios platos, y telas, así como ligas para hacer los debidos torniquetes al terminar con la sangría.

Aquella pieza de ternura estaba invadida por el miedo y estaba realmente muy pálida.Su piel era muy delicada, era extremadamente blanca, sus venas se notaban por todo su cuerpo, pero eran muy delgadas y eso era un problema porque no podrían encontrar una vena lo suficientemente fuerte para sacar la sangre contaminada, así que primero estuvieron revisando el brazo derecho, y viendo la situación tan grave ante la que se enfrentaba la asistente, decidió que ese sería el brazo indicado. Pidió entonces la navaja y de un tirón cortó la piel que parecía inhumana a causa de su color y la tersura, pero no se manchó de rojo aquella blancura.

Un torrente de sangre salió casi por medio metro del brazo de aquella joven, no cayó sobre los platos que tenían previstos encima de la cama y las paredes, como sus preciosos muebles se tiñeron por las gotas ahora chorreantes de sangre. El flujo dejó de ser fuerte por momentos y así hasta que pudieron sostener el brazo para que reposara entre aquellos platos, uno, dos, tres, salía demasiada sangre y ella ya estaba casi en estado inconsiente. Hasta que su padre dijo que ya era suficiente, que la estaban matando y no se trataba de eso, su madre observaba desde uno de los sillones en la habitación pero era demasiado fuerte y la educación de aquella época no le permitían demostrar sus sentimientos en público así que sabía que no podía llorar, mientras sólo sostenía un pañuelo blanco entre las dos manos, apretándolo con mucha fuerza.

No pudieron mover el antebrazo de aquella joven, entonces vieron que ya no salía sangre y ella estaba con los ojos cerrados. La creyeron dormida, y pensaron que había funcionado. La sangría había funcionado hablaban los criados en la parte de abajo del chalet y estaban emocionados, tanto que pensaban hacerle un desayuno digno de una princesa, ya que la querían mucho.

La asistente se fue, aquella joven en realidad no estaba durmiendo, estaba totalmente inconsciente por la falta de sangre y sin darse cuenta dejaron que su brazo colgara de la cama, mientras gota por gota la alfombra antes del mismo color de aquellas rosas se volvía roja.

Pasaron los días, pasaron las semanas y ella no despertaba, sus padres le lloraban y no habían movido nada de esa habitación, más que las rosas que continuamente las cambiaban porque sabían que no le gustaban las rosas marchitas, ellos no se movían de su lado, sólo la veían, como dormía, inmaculada, bella y como su cabello seguía creciendo, muestra de que su salud estaba mejorando. Eso les daba un consuelo.

Hasta que llegó la primera nevada, era casi un amanecer, muy frío más que los anteriores, y fue cuando entonces la belleza abrió los ojos, despacio, lentamente y trató de reconocer lo que había a su alrededor, vio que eran sus aposentos, vió del lado izquierdo de su cama a sus padres que sonreían entre lágrimas de felicidad y ella después de mucho ella sonrió también.

Empezó a balbucear y pudo pedirle algo a su madre…. llegó su nana y entre las dos la levantaron de la cama, ella con un suave camisón de seda blanco y de manga larga y sus rizos color avellana, su piel que se fundía entre la tela, estaba dando sus primeros pasos, después de tanto tiempo. Hasta que llegó a su silla de ruedas, y pidió ver el amanecer.

Ver como amanecía entre el frío era una sensación sublime decía, ver como se une la nieve y la salida del Sol, en esta mañana ha sido lo mejor que me ha pasado, dijo. Asomada por una rendija de su balcón, cubriéndose con aquellas cortinas de brocado dorado.

Volteó a su alrededor y empezó a examinar todo, pidió que limpiaran las paredes que no quería recuerdos de aquella enfermedad, no quería ver más sangre, y entonces se dió cuenta de que sus rosas preferidas ahora eran rojas y preguntó:

-¿Quién ha cambiado mis rosas? Las mías son siempre pálidas, no rojas.

A lo que le respondió su padre, las rosas se impregnaron de tu sangre así como lo hizo el florero de cristal cortado, las hemos cambiado, porque sabemos que no te gustan las flores marchitas, pero desde aquella vez, las rosas siguen siendo rojas.

Esto pasaba igual con la alfombra, cuando la quitaron para lavarla, vieron que no se desteñía, era como si la hubieran comprado en Turquía con esas distintas tonalidades de rojo y dorado. Las sirvientas se sorprendieron mucho y le avisaron a su madre, a lo que la Dama le explicó lo sucedido.

La señorita permanecía viendo ese amanecer entre copos de nieve, viendo el sol, escondida de todo y de todos, y sin mirar a los demás dijo en tono altivo, me quedaré con las rosas rojas y con la misma alfombra.

Ellos cambiaron, cuando yo también cambié. Y nunca volveré a ser la misma. Como ellos.

No me podrán quitar esas marcas de lo que pasé, no me pueden hacer que olvide, no soy la misma, y no intentaré serlo.

ad-jk6003victorian-symphony-i-panel-posteres.jpg

La Luz y la Oscuridad

enero 31, 2008

Todo hombre es como la luna: con una cara oscura que a nadie enseña.

Mark Twain

Lo que pasa

enero 29, 2008

Pensando en lo que fue que ya no es y que es mejor así.

Las personas cambian, nada es permanente, más que el cambio en el que vivimos constantemente, porque lo que ahora parece presente, de repente se vuelve pasado y así, hasta no poder distinguir lo que pasó.
Hasta que se nota un verdadero cambio, que sólo se puede ver a través del tiempo y de la distancia.

Discúlpeme, no le había reconocido: he cambiado mucho.

Oscar Wilde

It´s Probably Him

enero 28, 2008

La canción que en una noche, después de tormentas tempestuosas y calores fulminantes, me ha dedicado alguien, que probablemente, si no es que con la mera certeza sea mi UNICO AMIGO…MI VERDADERO AMIGO.  

Gracias Darling 

Si la noche se vuelve fría
y las estrellas se ven caídas
y te abrazas
sobre la fría fría tierra
despiertas en la mañana
en el abrigo de un extraño
nadie podría verte
te preguntas, ¿quién velo por mi?’
mi único amigo, ¿quién podría ser?
es difícil decirlo
odio decirlo
pero probablemente soy yo

cuando tu estómago está vacío
y tu hambre es tan real
y eres muy orgulloso como para rogar
y demasiado tonto para robar
buscas en la ciudad
a tu único amigo
nadie podría verte
te preguntas, ¿quién velará por mi?’
una voz solitaria que habla y me libera
odio decirlo
odio decirlo
pero probablemente sea yo

no eres la persona mas simple que he conocido
y es difícil para ambos mostrar nuestros sentimientos
alguien dirá
debería dejarte seguir tu camino
sólo me harás llorar
si es que existe un tipo, sólo un tipo
que dejara su vida por ti y muriera
es difícil decirlo
odio decirlo
pero probablemente sea yo

cuando el mundo se vuelve loco, y no tiene sentido
y solo existe una sola voz que sale en tu defensa
el jurado se fue
y tus ojos buscan en la habitación
y una cara amigable es lo único que necesitas ver
si es que existe un tipo, sólo uno
que dejaría su vida por ti y moriría
odio decirlo
odio decirlo
pero probablemente sea yo

odio decirlo
odio decirlo
pero probablemente sea yo
odio decirlo
odio decirlo
pero probablemente sea yo
odio decirlo
odio decirlo
pero probablemente sea yo

———————————–
If the night turned cold
And the stars looked down
And you hug yourself
On the cold cold ground
You wake the morning
In a stranger’s coat
No-one would you see
You ask yourself, ‘Who’d watch for me?’
My only friend, who could it be?
It’s hard to say it
I hate to say it
But it’s probably me

When your belly’s empty
And the hunger’s so real
And you’re too proud to beg
And too dumb to steal
You search the city
For your only friend
No-one would you see
You ask yourself, Who’ll Watch For Me?’
A solitary voice to speak out and set me free
I hate to say it
I hate to say it
But it’s probably me

You’re not the easiest person I ever got to know
And it’s hard for us both to let our feelings show
Some would say
I should let you go your way
You’ll only make me cry
If there’s one guy, just one guy
Who’d lay down his life for you and die
It’s hard to say it
I hate to say it
But it’s probably me

When the world’s gone crazy, and it makes no sense
And there’s only one voice that comes to your defence
And the jury’s out
And your eyes search the room
And one friendly face is all you need to see
If there’s one guy, just one guy
Who’d lay down his life for you and die
I hate to say it
I hate to say it
But it’s probably me

I hate to say it
I hate to say
But it’s probably me
I hate to say it
I hate to say
But it’s probably me
I hate to say it
I hate to say
But it’s probably me

La Sombra de Morne

enero 28, 2008

La necesaria y requerida reacción de lo inconsciente colectivo se expresa en representaciones formadas arquetípicamente. El encuentro con uno mismo significa en un principio el encontrarse con la propia sombra. Por otra parte, esa sombra es un paso angosto, una puerta estrecha cuya precaria angostura no puede eludir nadie que descienda a lo hondo del pozo. Pero hay que conocerse a sí mismo para saber quién se es, puesto que lo que viene después de la muerte es, inesperadamente, una ilimitada extensión llena de inconcebible imprecisión, en la que al parecer no hay ni fuera ni dentro, ni arriba ni abajo, ni aquí ni allá, ni mío ni tuyo, ni bueno ni malo. Es el mundo del agua, en el que flota, suspenso, todo lo vivo, donde comienza el reino del «simpático», del alma de todo lo vivo, donde yo soy inseparable y soy éste y aquél, donde experimento en mí al otro y el otro me experimenta a mí como al yo.
C. G. Jung, Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo

Para realmente conocerse a sí mismo, hace falta ser introspectivo y viajar, viajar a dónde nos podamos encontrar, ya que estamos perdidos, siempre estamos perdidos al no saber quienes somos o dónde estamos.
Morne salió de viaje, estuvo por muchos lugares, desconocidos para ella, pero que en realidad sólo estaban olvidados, el reencontrarse con esos recuerdos y ver una vida que se perdió, una muerte, quizá dos y darse cuenta de nuevo, fue casi fatal para ella. Habiendo salido a enfrentar todo aquello que la lastimó tanto y encontrar la respuesta a muchos de sus porqués fue demasiado para su alma tan frágil y esta lastimada tanto que ahora volvió a su espejo, porque sigue adolorida y tiene que aliviar el shock caótico que fue ver todas esas salidas, falsas que se perdieron en túneles.

12102007007.jpg Esto es sólo el inicio de La Demoiselle Morne

Un hombre enamorado deja de serlo hasta que lo siente.

Maurice Den Von Erpel

Conde transformado en un ser alado y Escritor.

«El artista se define ahora mediante la ruptura con todo lo que le ha precedido, a través de una lenta y voluntaria conquista de sí mismo.»

André Malraux

Y hay tantos que no tienen la determinación, la fuerza y mucho menos la paciencia…para poder hacerlo.

Mejor no escuchar quejas, ni llantos ahogados en lo que no pudo ser.

Enfrentarte contigo mismo, vencerte, amarte, adorarte. 

 Inteligencia Emocional es lo que falta muchas veces para hacer nuestros esos logros.

Siempre es y será una lucha… contra uno mismo.

Para así obtener esa conquista y poder pertenecernos.

Deliver Me

enero 27, 2008

Ha!

Ha!

Ha!

Ha!

Deliver me, out of my sadness.
Deliver me, from all of the madness.
Deliver me, courage to guide me.
Deliver me, strength from inside me.

All of my life I’ve been in hiding.
Wishing there was someone just like you.
Now that you’re here, now that I’ve found you,
I know that you’re the one to pull me through.

Deliver me, loving and caring.
Deliver me, giving and sharing.
Deliver me, the cross that I’m bearing.

All of my life I was in hiding.
Wishing there was someone just like you.
Now that you’re here, now that I’ve found you,
I know that you’re the one to pull me through.

Deliver me,
Deliver me,
Oh deliver me.

All of my life I was in hiding.
Wishing there was someone just like you.
Now that you’re here, now that I’ve found you,
I know that you’re the one to pull me through.

Deliver me,
Oh deliver me.
Won’t you deliver me.

Cartas Intimas I

enero 27, 2008

Esperando.

De nuevo esperando, en un rincón, en aquel rincón, hundida entre mullidos cojines, ya desteñidos por el paso del tiempo , cubierta con una frazada, desnuda, sintiendo aquel frío de un amanecer de invierno, sin haber dormido, la cabeza tan adolorida de pensarte, de extrañarte, de necesitarte, de que no estés a mi lado.

Con un alma rota como acompañante perpetua, la mía, quebrada como yo y muy a lo lejos por áquel antiguo pasillo, en dónde termina con una puerta se escuchan las claras notas de un piano que casi pareciera un susurro en medio de la nada. Te pienso, te siento, todavía conmigo a mi lado y duele vida, mi vida, vida mía.

Viendo aquellas fechas en el calendario y escuchando el gritar de esas manecillas en esos relojes que no me dejan estar tranquila, siento tanto dolor,  que pienso que fue por sentir algo, que no vi, que nunca viví, que no fue real y me asusta, me es escalofriante y caigo de nuevo en una fiebre, en una fiebre por ti, en una fiebre de deseo, de amor, de impotencia, de distancia, de TIEMPO, de ti y de mi.

Sintiendo que estábamos juntos, como en aquel tiempo y veo que ahora yo me fui, me desaparecí y de repente siento que ya no hay nada porque seguir aquí.

Me haces tanta falta, no por mi sufrimiento, sino por mi necesidad de amarte, de darte lo que te daba, la extrañeza de lo que fuimos como de lo que somos, quiero estar contigo, pero en realidad sigo perdiéndome. Me confundo. Los planes, el TIEMPO, la soledad y lo que le llaman amor…

Me pierdo cielo, me pierdo, los pensamientos me atormentan cada vez más, me sacuden, me revuelven y me estrangulan a tal punto de no dejarme respirar.

20051110200651-dolor.jpg

 

Mi Llanto

enero 27, 2008

Necesitaba perderme de nuevo y para eso tuve que irme. Para desaparecer de esto, por un momento que sigue pasando constantemente.

El llanto ya era inevitable, en realidad lo que quería era llorar y llorar, más y más, y yo misma perderme entre esas lágrimas que me iban secando por dentro y me estaban ahogando por fuera, entre esas lágrimas saladas y tan secas que agrietaban mi piel y arrugaban mi cabello.

Quería desaparecer dentro de las mismas lágrimas, dentro de mis mismas lágrimas, convertirme en una mujer tan pero tan efímera, tan sublime, como una gota, como esa gota que se pierde entre la más triste de las lluvias, esa gota desolada entre tantas otras, esa gota que no se puede comparar con nada más, esa gota de lluvia que se confunde con una lágrima recorriendo una mejilla, una gota que se transforma en agua, cuando esa gota cae derramada al mar, al frío mar, cuando una lágrima ya sea todo lo que quede de mi y así desaparecer para fundirme en una convulsión hacia mi propio ser mientras el oleaje y la marea levanta y arremete el cuerpo de una mujer ya inexistente contra las rocas y las escolleras cuando todo es desolación más allá de la soledad, cuando ese cielo cubre el mar y no se ve más que la espuma furiosa por una pelea con alguien que simplemente se fundió en sí misma, para así poder aceptar el lugar en el que ahora está.

Sin que ya nadie la pueda ver, porque se ha ido… y se ha ido con ella misma.