Te conocí

noviembre 21, 2013

Desde que te conocí, desde esa primera noche tomé tu mano y ya no quise soltarla.

Me preguntabas que por qué lo había hecho.

Y la respuesta era tan sencilla y tan confusa que tuve que explicarte, el efecto de tus pupilas dilatadas en cuanto me viste.
Llevaba un pantalón rosa de pana, tacones altos y un sweater de cuello de tortuga negro.
El cabello suelto y olía a Chanel.

Eso no importaba; importó que desde que vi aquellos ojos brillando ante mi mirar, te tomé tan familiarmente de la mano y tú, no dejabas de verme. Tus pupilas estaban dilatadas, tanto que nunca me habían cautivado unos ojos como los tuyos, o una mirada como la tuya, porque tu mirada era mi reflejo.

Esa fue la primera noche. Pasamos por tragos muy amargos al hablar de cosas que no queríamos saber uno del otro pero que debíamos de saber.
Te acepté.

No fue precipitado.

Tampoco fue un impulso.
Por primera vez siento esto en mi vida. Y tú lo mencionaste un domingo por la mañana en la cama: » No existen los ideales, tampoco existen los príncipes azules».

Te encontré y no te quise soltar.
Te amo demasiado para dejarte ir.

No encuentro manera alguna de soltar este sentimiento. Sólo pienso en el tiempo. Y en que todos los días despierto soñando contigo y teniendo tu sabor en mí.

Pienso en lágrimas y en dolor.
No encuentro «porqués»

Ahora dime:
¿De qué me sirven tantas ilusiones si no estamos juntos?
¿Qué hago con todas las imágenes para mostrarte?
¿Y nuestro brillo?

¿Los libros, los filmes?

Los besos, los abrazos, tus caricias, mi piel en tu piel.

Tus poros dilatados mientras estás dormido. Mientras no dejas que me mueva porque me abrazas muy fuerte.

Tu cabello, largo, corto, peinado, despeinado y la música que bailo con medias de red…

Mi fascinación al verte comer, tu sueño de verme devorar postres.

Sí, ya sé que mi mirada también me delata, y ahora brilla, porque ahora dentro de la oscuridad, mis lágrimas resplandecen al pensarte.
Mi corazón se convulsiona.
El cuerpo se estremece.
Mi cabeza duele…

Mis pupilas ya no se dilatan.
Mis ojos están casi a punto de ser cerrados.

Te amo.

No quiero rosas

noviembre 18, 2013

No quiero rosas.
Esta vez quiero lirios.
Tú me dijiste que serían lirios negros.
Respondí que podrían ser orquídeas negras.
Insististe en los lirios negros.

Me dijiste que me contemplabas, que soy hermosa.
No apartabas tus ojos de mi rostro.
Creí que había aprendido que las palabras no importaban.
Estuve a la defensiva.

Te quiero.
No me puedo apartar de ti.
Estás más unido a mí de lo que pudieras imaginar.

¿Por qué así?

¿Por qué se juntó todo lo malo?

Retrocedí veinte años y he avanzado más de treinta a través de un desierto lleno de espinas y de sal.

La muerte acecha, y está tan cerca del amor…

Mis sueños me traen memorias; el estar despierta hace que el olvido venga a mi mente.

Te encuentras en mis entrañas.

¿Habrá lirios?

¿Seguiré caminando entre las espinas de las rosas carmesí?

La lluvia no se ha detenido.

Nuestra ausencia persiste.

El rencor inició y crece.

Mis deseos son alucinaciones.

Esto es parte de la vida.
Porque la vida es tan surreal que no se puede describir o llamar.

Mis órganos están cansados, el dolor mata.
No hay oxígeno.

Tus besos son necesarios.

Y todo lo que rodea tus labios.

Otro Domingo

noviembre 17, 2013

Es domingo, estoy acostada después de un golpe recibido gracias a un acosador sexual.
Los medicamentos no han sido suficientes. El dolor persiste.

El año pasado estaba tomando opiáceos, me desmayé, quedé tres días inconsciente gracias a otro imbécil. Todo por dejarlo y que me dejara en paz. Ni siquiera hablé. Casi nos matamos en su coche. Él sí está jodido.

Para quienes me conocen saben que odio los domingos; por la maldita posición que tengo no puedo ni ver una película. Estoy despierta desde temprano, sigo trabajando y estoy escribiendo, no puedo decir que estoy triste o deprimida. No hoy.

Sólo que no soporto los domingos y no hay té chai para compensar el dolor físico y la angustia de que es domingo.

Me puse a pensar en los hombres que he conocido, con aquellos que he tenido una relación y a mi edad me percato que no pasan de tres.

Mi ex leyó un post y puso un 1+ en Google + y después me invitó a estar con él y a viajar. Está preocupado por mi salud.
No le hablo.
No sé qué pensar. Mi vida ha dado un giro radical y ahora que iniciaba algo más y me reponía, tengo un acosador sexual en el gimnasio y me golpeó por la espalda con sus nudillos y es tan estúpido que lo aceptó.

Estoy harta de no poder hacer ejercicio, de la cama, de las pastillas, inyecciones, y los efectos colaterales.

No entiendo por qué me pasa todo esto.

Alguien me dijo que era porque no me dejo, y cualquiera se hubiera dado por vencido a la primera.

No puedo pedirle un abrazo; no porque no lo desee pero la espalda me duele mucho.

Y así como he hecho fotografías de desnudos y posando, ya no me importa lo que escriba aquí; ni quien lo lea.

Ya no lloro.

Lo único que quiero es quitarme estas ojeras, ponerme unos botines de tacón de 15 cm. e ir por mi té chai con leche de soya y cinnamon dolce.

Es domingo y me merezco algo bueno. Algo que me reanime.
Que no me entristezca.

Y leo a Foucault.

Estoy loca.

Pero así soy, y como lo he dicho anteriormente, me enorgullece.

Thanksgiving

noviembre 14, 2013

Siempre me han gustado ciertas celebraciones de EE.UU. un ejemplo es el Halloween y tal vez deviene de mi familia, que aunque fueren ingleses, la ilusión de verme disfrazada con mis primos y primas y comiendo dulces pues es algo que se adoptó.

Ahora celebro Halloween pero como lo hacían los celtas; como debe de ser celebrado.

¿Por qué escribo acerca de esto?

Bueno, mi ex novio, un escritor y lingüista, de Nueva York, me escribió varios mails en este día. Me conoce, he tenido una semana bastante pesada, casi insoportable, pero aquí estoy.
No me caí; pareciera que él (Tory) y mi ex prometido (Chris) saben cuando me siento mal, me hablan, me escriben, preguntan cómo estoy.

Hoy hablé con Tory, también le escribí y lloré. Me entendió.

Me dijo que quería verme, que me extrañaba, le dije TODO lo que me había ocurrido en esta semana y cómo me sentía.

Me invitaba a estar con él unos días; pero pensé que era este fin de semana; mi sorpresa fue que es el siguiente fin de semana cuando me invita. Y es thanksgiving. Siempre me ha gustado compartir comida, guisar, pasar el tiempo con mis amigos y siempre quise pasar un thanksgiving con alguien. Me sorprende que ahora, sea con un yankee, hipster, escritor y que fue mi novio.

Él me llevó con su familia en Philadelphia, me llevó a la tumba de Edgar Allan Poe, a los cementerios, a tomar fotografías. A beber café, a Barnes and Noble, a Starbucks, a restaurants de comida Deli. A comer donas, pretzels, protegiéndome del sol. Sentados frente al mar, mientras me abrazaba y me decía poemas de William Blake al oído.

Pero ese no es el punto; el punto también es que no puedo escribir muy bien por los efectos colaterales de la medicina, y a pesar de todo escribo.

Creo que es tiempo de darme un break, comer y leer mucho estando con él, debajo de mantas, frazadas y jugando, sobre todo riendo.

Me merezco reír. Me merezco ser feliz. Y no estoy sola.

Hasta ahora por promesa existe un «stay tuned for the travel» pero estoy contenta.
No por él, estoy contenta por mí; porque voy a celebrar una fecha muy especial para él, y una fecha que siempre quise celebrar.
Ahora tengo la oportunidad.

Libros, café, comida… Para olvidarse de todo por unos días.

Thanks

Hay momentos…

noviembre 6, 2013

Existen momentos para todo; con los años lo he aprendido.

Pero aún no encuentro el momento adecuado en el que tus pupilas se dilatan al ver a esa persona especial; al saber de él, aún no puedo controlar esos momentos.

Esos momentos en los que él se muerde el labio mientras me ve, esos momentos en que lo quiero comer entero, en que mi ansiedad se vuelca en un deseo tan grande que es indescriptible y que sólo aquellos que estén en esta situación o lo hayan estado, saben de lo que escribo. Y de todas formas, este deseo no se compara con el de alguien más.

Mi ansiedad, se convierte en felicidad, en sonrisas y en un latido sin parar de mi corazón, como dentro de mis músculos, mientras estamos unidos, cansados, amándonos.

A veces duele, duele pensar en recuerdos; pero todo se desvanece con sus besos, con su barba, con su mano entre la mía caminando por calles vacías, por avenidas llenas de desconocidos que alguna vez fueron conocidos.

Él ha venido ha desaparecer toda esa niebla, ha tocado a mi puerta, estoy con él y me alegra mucho decirlo, quisiera que fuera más tiempo; gritarlo, decírselo; pero cuando llego a su oído llego a besarlo tiernamente y a consentirlo.

Existen momentos para todo.

Ahora, ayer y después son y seguirán siendo nuestros momentos.

Para nosotros, para unirnos más, para aliviar un deseo y anhelar otro.

Hay momentos para estar enamorada y poder presumirlo, y este es uno de ellos.