No es otra carta

septiembre 10, 2010

Y escucho un trueno; me asomo a la ventana y veo mil rayos; el cielo es una mezcla de tonos púrpuras y rosas; las estrellas se esconden tras esas nubes.

Mi pensamiento te pertenece, mientras siento el pequeño goteo en mi rostro, y todavía percibo sensaciones de tu cuerpo en el mío; y cómo ríes y cómo muerdes, cómo brillan tus ojos.

Y te veo, te veo en ese cielo desde el cual se desprende la lluvia, te veo en mí.

Y recuerdo la lluvia de días anteriores, mi falda, mis tacones y mi cabello suelto, tus manos, mis abrazos y una copa de vino tinto. Una cajetilla de cigarros.

Ahora kleenex, resfriados y una sonrisa febril; un sentimiento indescifrable, al verte en el jardín, y después de ti ver cómo los rosales se renuevan. Y ver a un sol, y después a la niebla. Y ser tuya, y que seas mío.

Y escribir sobre un tormento, sobre hambre, sobre ansias, escribir una historia, un cuento, falacia, mentira, ficción, fantasía.

Más de una sonrisa traen esos truenos, como las estrellas cuando te miro cielo.

Cuando llueve, cuando estoy a tu lado, cuando estás a mi lado, cuando duermo con tu aroma, cuando despierto en tu ser. Cuando me caigo de la cama, cuando no quiero mañanas.

Y los relojes me cuentan las horas, los días, mientras el calendario marca el tiempo. Y me hace ver que soy feliz. Que no te cuento, que no te lo digo. Yo te lo escribo. Aunque no lo leas.

Porque arrancas las hojas en blanco de mi memoria y las llenas con tu pensar, y yo revuelvo tu cuerpo.

Te escribo, te leo, te beso y te quiero.

Y no sé qué más digo, pero sé muy bien lo que siento. Y así lo expreso.

Te veo, te siento.

Y más; más que una noche de tormenta, más que un amor romántico, más de lo que perciben…

Ya soy libre, pienso, mientras veo el cielo oscurecer, y te extraño y deseo que estés bien.

Tomo una taza de té y mi pendiente en la otra mano, veo los rayos y siento la lluvia.

La que te enloquece,  y veo que esto no tiene sentido y no me importa, porque sonrío.

Y sin saberlo, lo hago porque tú eres quien abre mis labios, en un beso, con un gesto, al hablar.

Y veo al cielo y ya no pregunto. Sólo quiero esperar.

Y volver a la cama, con un libro o dos, o con hojas en blanco y desnudarme por completo; hablar, cantar, reír y por supuesto; soñar más.

Te quiero

enero 14, 2010

Te quiero un momento;

Te quiero por hoy, te quiero te lo repito.

Te quiero y no me voy…

Te quiero en una larga vida,

Te quiero en la espera, en la ausencia, en nuestra presencia…

Te echo de menos al perderte de vista.

Te quiero hoy,

 te quiero por un momento que dure hasta que las campanas dancen;

Te quiero al ser insasiable, te quiero en el frío que contrasta con el sol.

Te quiero en mi cama, te quiero hoy, te quiero para mañana, te quiero…

Y ya no cuento las horas, sólo pienso en que te quiero; porque ese hoy, ha durado desde aquel instante.

En el que un sueño ha sido compartido, pero tonto quizás no lo sabes.

Te quiero por eso, por eso y más es que te quiero.

A mí… a mi lado te quiero, como sean mi espejo tus córneas, y mi aliento tus besos…

En el baño tus manos y ya sin desengaños…

¿Alguna vez te dije cuánto te quiero?

Daño

julio 9, 2009

Te tengo guardado entre los libros, entre las angustias llenas de polvo que se encuentran en mi memoria.

Tengo tu frialdad de verano congelándome hasta los huesos; dejándome inerte. Imágenes de lo que fuimos y no seremos en fotografías que se destrozaron en aquel cuarto oscuro.

Veo tus brazos al sol, queriendo encontrarme en el bosque de los sueños; donde escondiste el oro, el tesoro que me prometiste, el que me otorgaste…incompleto.

Las distancias ahora no parecen tan lejanas, ahora ya no son nada… se parecen a un tímido rocío de lluvia, cuando está empezando a nevar. Cuando se quiere regresar. Cuando al recordar se quiere vivir… se quiere vivir sin empezar otra vez.

Que callen los mudos y que vean los ciegos, qu sin sentido cometimos lo que fue más que una aventura…

Que vigilen las tumbas los sepultureros, que el cementerio está iluminado por la luna neblada, por la oscura, esperando el sol, el renacer.

Que el daño no nos aprisione más, que no haya palabras, que mi contorno se desvnezca ante tus pupilas entre una madrugada. Que mi tacto desfallezca y se pierda entre el roce de tus dedos, de tus manos. Porque ese es ahora el nombre del deseo.

Cuando se ven las marcas de lo perdido, cuando se reencuentra y no lo puedes tocar; cuando la cobardía aparece y quieres lanzarte a ese vacío, en el que te sumerges y no sabes ya nada más.

Cuando la locura febril se comvierte en un desvarío y desequilibrio atemporal.

Cuando el amor existe para muchos pero para nosotros no más.

O por lo menos no en palabras, ni en caricias, ni en la forma en que un día lo sublimamos, al pertenercernos sin importarnos nada, ni nadie, en un universo más que total.

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Mi Sombrerero Loco

May 5, 2009

Y fue así, justo así, cuando los peones del juego de ajedrez se coronaron victoriosos y triunfantes; cuando la sangre derramada y fresca pintaba las rosas blancas en un tono carmesí y el cricket se jugaba con las cabezas rodantes , con los mismos ojos que nos veían. Yo bebía el té con la corte – o ¿en la corte?-

Saliendo del laberiento vi un reloj que marcaba las 6, un reloj que seguía marcando el tiempo, más no las horas, ni los días que habían pasado, un reloj salido de una explosión, uno que recordaba mi pasado.

Mientras tomaba más pimienta para calmar mi alergia, vi un sombrero rodante en la mesa, vi que unas manos; las manos más encantadoras que había visto lo buscaban, mientras él iba girando por lo largo del camino de mesa hacia dónde yo me encontraba. Tomé el sombrero y lo coloqué en mi cabeza, seguí bebiendo el té y repentinamente un beso asustó a mi mejilla. El sombrero era el dueño de este personaje salido de un cuento de hadas, era como si lo viera en el mismo espejo que me encontré una vez, cómo si lo hubiera perdido y ahora NOS hubiésemos encontrado de nuevo.

Chesire sonreía desde el cielo, como la figura de una luna en cuarto creciente y Venus resplandecía a su lado, centelleando como uno de sus dientes en esa blanca y enorme sonrisa; estaba amaneciendo o por lo menos de eso me percaté mientras me veía hundida en un mar de lágrimas que por desesperación no podía contener. Felicidad, temor, angustia, era ¡miedo! lo que sentía en esos momentos. Era una ensoñasión, pero no era irreal.

Calmó mis afligidos sentimientos y él me hizo comer un bizcocho con un poco de mermelada de fresa, me sirvió una gran taza de té con miel y un poco de whiskey. Me hizo sentir reconfortada en el mundo más extraño en el que podía estar pero en el que me había sentido mejor en toda mi vida.

Tomó mi mano y me invitó a bailar, mientras el sombrero me decía cosas que no podía entender, él besó mi mano y me dió las gracias, por haberlo encontrado. No sólo al sombrero, sino a él. Que estaba perdido sin saber por tantos años quien era yo.

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¿Dónde estás?

May 5, 2009

¿Dónde estás?

Saliste de caza en estos calurosos días de mayo… hiciste un repliego de sentimientos y dijiste que ibas al mar, a los acantilados para sentir un poco de esa brisa… No; fuiste para sentir el vértigo de esas olas estallando contra las rocas en la misma costa, la que no te pertenece, de la que quieres escapar…

No quieras sumergirte en aguas saladas por las noche, la sangre marcaría tu final, dejando tu cuerpo inservible, y viendo sólo desechos entre las blancas olas, que encaje de ataúd, pudieran en ese instante parecer ya.

¿Dónde estás?

-Te pregunto-

Y no me sabes responder; es que ni siquiera el eco de tu voz escucho ya, el sonido de tus palabras se ha ido, has silenciado las ilusiones y apagado la pasión.

Quisiera que estuvieras aquí, pero, ¿cómo decírtelo? Si no se en dónde estás…

Ruego por una plegaria y así es como te hago llamar, diciéndote:

Vuelve, vuelve, vuelve…

A mis brazos y a mis pensamientos, no me dejes, nunca más.

What is the Word?

abril 27, 2009

folly –
folly for to –
for to –
what is the word –
folly from this –
all this –
folly from all this –
given –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this –
this –
what is the word –
this this –
this this here –
all this this here –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this this here –
for to –
what is the word –
see –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
folly for to need to seem to glimpse –
what –
what is the word –
and where –
folly for to need to seem to glimpse what where –
where –
what is the word –
there –
over there –
away over there –
afar –
afar away over there –
afaint –
afaint afar away over there what –
what –
what is the word –
seeing all this –
all this this –
all this this here –
folly for to see what –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
afaint afar away over there what –
folly for to need to seem to glimpse afaint afar away over there what –
what –
what is the word –

what is the word

Samuel Beckett

Post Moderno

abril 2, 2009

Deborah no podía contener su angustia, las tabletas de rivotril por tanto tiempo, ya no hacían el mismo efecto, cada vez necesitaba más.

No podía quedar encerrada en su piso, puesto que el temor a una claustrofobia la ponía más ansiosa. Decidió salir esa noche, ir a un bar. Quería distraerse, escuchar un poco de música, de psycobilly o de rockabilly, estaba harta de la música clásica, no podía tocar el piano, sus manos temblaban demasiado para ello.

Llegó al bar, y todavía era temprano, no había mucha gente, conforme las horas pasaron, hubo más y más, ella pasó enfrente y a través de todos sin dar ninguna importancia y sin mirar a nadie.

Se sentó en la barra y pidió tres shots de whisky, straight, quería algo fuerte.

Pensaba en lo que debía hacer, en lo que tenía que hacer, en cómo lo podía lograr. Se hundía en los pequeños vasos de cristal, una y otra vez viendo su reflejo en el mismo vidrio. Hasta que llegaron ellas.

La tocaron por la espalda; ella se viró y las miró directo a los ojos. Volvió a sus shots. Ahora la empujaron. Le preguntaron que quien era y qué hacía ahí.

Ella no quiso responder y una vez más se giró.

La primera fue Johana, tenía tatuajes y el cabello teñido de rosa, se mostraba vulgar aunque se creía inteligente. Se le escuchaba por todo el bar reír a carcajadas como si de una prostituta en un burdel se tratara. Kristine fue la segunda, sin una gota de maquillaje, con un aspecto de niño, delgada, ojos azules y cabello corto, hacía burlas acerca de Deborah, de que estaba ahí sola, de que no tenía que estar en ese territorio, hablaba de ella por todos lados para hacerla quedar en mal con todos en ese bar.

Seguían las hipócritas de las tres Anas que habían y que entre servían los tragos y conocían a todos, le decían a Deborah, no les hagas caso; mientras que por otro lado, en la cocina se escuchaba cómo hablaban de ella.

Deborah seguía pensando… no eran claras sus intenciones, no sabía el rumbo que tomar, pero necesitaba «no estar», estaba cansada, harta y se le hacía injusto que por ir a un bar sola, unas cuantas hablaran de ella, por lo poco que sabían.

Jessica , Mia, su hermana, una tal Fay con un desmesurado atuendo estrafalario y vulgar como ella, con la sonrisa fingida y dolida porque no valia nada y nadie la miraba siquiera y Laura siguieron. Se mostraban ante todos con su pose de modelos, de fotógrafos, de la última moda, cuando en realidad no tenían nada, ni altas, ni el cuerpo de una modelo, y los jeans ajustados que dejaban entrever la celulitis de sus cuerpos, de sus abdómenes.

¿Por qué se comportaban así?

Deborah no lo lograba comprender. Llegó Felicitas junto con Lisa y una botella de Jägermaster, la rubia pálida, llevaba más colorete que un payaso, todo porque su máquina de bronceado se había estropeado y era la hermana perdida de un actor, a quien en cuyo caso, apenas y se conocía. Pero los ojos marcados en negro con ropa en animal print, eran más que los de una «puta de categoría». A las risas, irónicas por supuesto hablaban de Deborah y de su comportamiento aislado en el bar.

Deborah sólo escuchaba y escuhaba los ecos de esas voces que daban en su espalda, que entraban por sus oídos y hacían que se sintiera peor. Llegó a la conclusión de que no podía continuar así, si estaba más ebria, no podría pensar ni actuar como debía.

Se sentía triste, acosada, tenía un ataque de pánico, pero en realidad aunque ella no lo sabía era un ataque de ira.

Estaba harta de que se le criticase por quien era. Llevaba puestos unos pantalones negros ajustados y un corsette con encajes, rosa en combinación con los pantalones. Una ligera chaqueta y aunque ella no lo se percatara, se veía despampanante. Por ello muchos de los hombres llegaron hacia ella y la abordaron, pero ella seguía hundida en ese reflejo. El perfume con notas de orquídeas se notaba cuando inclinaba su espalda hacia atrás en cada trago, con sus rizos al aire, con sus ojos cerrados, ahora deslumbrantes, pestañas como alas de mariposa y los labios más sensuales que se puediese haber visto jamás.

Sólo se centraba en esos pensamientoss y en esa ansiedad que le carcomía las entrañas. No quería saber nada más, ignoraba a los hombres a su alrededor. Quizá por eso las risas de aquellas mujeres, y las burlas de quienes no la conocían.

Quienes no sabían lo que les esperaba.

En uno de los últimos tragos, se quedó sumergida en el laberinto que representaba su figura reflejada en el fondo del vaso de cristal y ellas regresaron.

La tomaron por la espalda y le preguntaron de nuevo que, qué hacía ahí, que no era su lugar y quisieron darle a entender que no querían perder su lugar; claro, lo dieron a demostrar con su inseguridad, no querían que alguien mejor que ellas se interpusiera en su «territorio» como si de una lucha en la selva se tratara o de un territorio en dónde corrían las drogas, la cocaína por kilos y la marihuana en todo el aire que se infiltraba por los pulmones.

Deborah se cansó de esta situación, no aguantaba, no quería hacerlo, pero se sentía presionada; escuchaba todas esas voces y no quería más de lo mismo. Tenía que terminar con esto y pronto -Se decía a sí misma-

Entonces se levantó de ese banco, acomodó su sombrero y fumó la última bocanada de su cigarrillo, lo tiró al suelo con duela de madera y entonces con sus tacones de 12 cm lo apagó, viendo hacia el suelo.

Estababa nerviosa, sus cigarros siempre estaban dentro de esa chaqueta así que introdujo su mano, y suavemente sacó de su chaqueta un revolver. Plata, con una cacha grabada con sus iniciales. D.I.

Se puso de pie firmemente y con la sola mirada retó a las tipas marchitas ahora por el pavor, por verla, no molesta. Peor que eso. Sin una sola imagen en su rostro que demostrara alguna de las emociones que sentía.

Se encontraba harta, no podía más con esas risas fingidas, con esa soledad, con las burlas de vulgares mujerzuelas.

Sentía el peso del revolver en sus manos frías y sudadas, el frío del metal contrastante con la suavidad de su piel. El aire era denso y el tiempo se había detenido. Los efectos de las drogas y el alcohol en todos había pasado y al centro del bar se veía la barra y una chica de pie con un revolver plateado, cabizbaja, pero con brillo en sus ojos, en los que se reflejaba la misma imagen de aquellas que la acosaban y la querían fuera de ese lugar.

Tan importante era para ellas, que por una noche no la dejaban en paz, tan importantes eran los hombres que se acercaban a Deborah para conquistarla que ellas la odiaban, con tan sólo verla.

¿Envidia acaso?

Ya no soportaba más, las combinaciones con los medicamentos y los tragos la habían knockeado, en realidad seguía pensando que no quería terminar así. No hablaba. Sólo se veían sus labios en un tono rosa. Inclinó la cabeza hacia un lado y en ese momento apuntó hacia ella misma. Su sien era tocada por ese pulido metal.

Y por primera vez habló.

-No van a hacer que termine así- Dijo como una advertencia-

Y una sonrisa diabólica salió de sus labios. No temblaba. Ahora ya tenía la solución a lo que se había estado planteando por tanto tiempo.

Decididamente tomó otra dirección, caminó hacia una de las paredes del bar, dónde se encontraba un juego de dardos. Con el revolver hizo unas señales, queriendo que poco a poco se acercaran, una por una, o en grupo, daba igual, las quería con ella.

Todos estaban asombrados, no permitían la entrada con armas al bar, pero a ella no la revisaron, simplemente llegó temprano, sola y bueno,  se sentó a beber en la barra.

El miedo se hizo presente en el mismo ambiente, se sentía denso, una bruma que cubría los intestinos de todos que miraban. Deborah no mostraba ninguna actitud agresiva, pero tampoco era pasiva. Ahora estaba actuando.

No iba a permitir que alguien más hiciera que su vida se acabara y que le hiciera temer más el lugar dónde ella quería estar. Se estaba enfrentando a sus miedos y a sus enemigos.

Una por una las acorraló, con las rodillas  golpeó en el estómago a varias mientras tenía apuntando con el revolver a otras y otros para que no se acercaran. Las hizo caer al suelo. Y las puso contra la pared.

Le irritaba ver esos cabellos mal teñidos y mal peinados, sucios, no lo toleraba. No quería que le quitaran lo que era suyo, lo que le habían regalado. La angustia había sido reemplazada por coraje, por un tipo de venganza hacia extraños.

Las pateó una a una siendo más déspota que fuerte. No las toleraba y se dió cuenta de que en verdad, era mejor de lo que había visto, pensado o sentido. El miedo se había ido. Se sentía liberada. Pero en una de sus manos sostenía ese brillante objeto, entre sus brazaletes y anillos.

Sin embargo lo que más brillaba en ella era esa mirada, que a pesar de todo, no estaba perdida.

Uno a uno, todos los que permanecían en el bar fueron saliendo; no importaba. Deborah sólo estaba consiente y sólo le importaban las que se habían burlado de ella, las que habían hablado de ella.

Por celos, por envidia, sin saber de sus pensamientos y sólo porque se veía mejor que ellas, pero sin conocerla, también porque sabían que ella era mejor que todas juntas.

Con más fuerza las pateó y hubo incluso algunas que se desmayaron del dolor, se podría decir que con esas botas y esos tacones, podría provocar una hemorragia interna. Otras simplemente estaban tan asustadas que no se podían mover.

Tomó de nuevo el revolver, hizo a un lado su cabello e inclinó su sombrero y apuntó a su sien, sientiendo el frío de una muerte pronta.

Les preguntó de esa manera:

¿Esto es lo que quieren?

Y hubo algunas que dijeron:

– Sí, ya acaba con esto perra desgraciada.

-OK – Dijo ella-

Y entonces alejó el revolver de su cabeza y quitó el seguro, se escuchó un ligero sonido entre el más perturbador de los silencios.

Apuntó hacia ellas y una a una las dejó empapadas en la sangre una de otra, les apuntó directo a la cabeza, no falló en ningún tiro. Calleron muertas ante sus pies.

En realidad era lo que querían, ellas lo dijeron, cuando vieron una escena cercana a la muerte. Más no se percataron de la astucia de Deborah, que en ningún momento dijo que se suicidaría, sólo hizo alguna mención a la muerte.

Acabó con ellas, ellas que la habían insultado y perturbado más. Pero al acabar con esto, se sintió aliviada, porque ahora ya descansaba de pensamientos, había matado a las cabezas, las mentes, y la suya era ahora libre. Para seguir, en un bar, que quedó con cadáveres y ella, siguiendo bebiendo en la barra, disfrutando de su soledad y sin ser interrumpida. Regresando pronto a lo que era ella. No lo que fue esa noche.

Puso algunas monedas en la rockola y viendo los cadáveres por última vz en esa noche dijo: Por mí y por lo que valgo.

Adiós.

Y salió con el paso más firme que jamás había tenido, se dirigió a su casa, decidida a descansar, guardó el revolver y mantuvo esa noche en secreto, como un triunfo, una venganza, no había cometido lo que temía, había podido encriptar esos miedos que vendrían y se sentía por fin como lo que era, lo que le habían hecho sentir y se recuperó.

Todo gracias a quienes le quisieron hacer daño y a quienes tuvieron el peor de sus castigos. Ser enfrentadas y amedrentadas por alguien a quien en algún momento vieron inferior.

Get off- The Show is Over-

-Dijo y sin más. Así terminó.

sangre

Cuervos

marzo 25, 2009

La montaña lloraba sangre mientras los lamentos de las ánimas que pupulaban en peregrinaciones, tan sólo querían expiar sus culpas.

La acidez de sentimientos; de aquellos que alguna vez sintieron placer ahora eran presas de sus propios tormentos, del pasado que los condenaba sin darse cuenta de que ellos mismos ataban esos grilletes en sus muñecas y tobillos.

El aliento de los suspiros se había extinto y ahora sin aire que respirar, se encontraba un remolino salido del propio cielo, de alquien que los vigilaba, quien en un grito hizo que vidrios de las ventanas se quebaran y entraran por los ojos de los tuertos; el mar sucumbió ante las plegarias y encolerado sacudió a la montaña y a quienes se encontraban en ella. Las lágrimas de sangre ahora eran ríos de fuego que la boca de la montaña que escupía con asco y desilusión de lo que había pretendido ser o tener.

Todo había sido una farsa; la peor de las farsas era haberse encontrado con quienes cometían esos «errores» los  mismos que disfrutaban de tales y después afligidos se flagelaban con coronas de espinas y látigos; los mismos que antes habían usado, no sólo en sus fantasías.

La tempestad se desató ante la furia de los dioses y así hizo desaparecer la montaña para no hacerla sentir nunca más y como en otras civilizaciones quedó recordada, cómo lo que fue, por sus habitantes, por sus hábitos y por la maldición que los tenía más que hundidos en el mar de lava, carcomidos por gusanos y con la carne hervida por el arrepentimiento y los pensamientos del «…Y si hubiera…».

Pero no hubo más rendición, ni escape, todo se hundió y esas almas afligidas quedaron apagadas, calladas como las flamas de las velas en los candelabros que nunca más se utilizaron para la última cena.

Lo que se recuerda es la montaña, aquella montaña llamada de Los Cuervos, de esas almas con caretas y disfraces, sin luz, de esas mismas que aprovechando su ventaja, hundían sus deseos en lo profundo de otros ojos, mientras el viento sólo arrebataba llantos y clamos, súplicas que ahora sólo se escuchan en tardes, cuando alguien busca el arrepentimiento de aquello que sabe que hizo mal, cuando recuerda a la montaña sangrante, cuando los cuervos por sueños le persiguen.

Cuando los cuervos surcan los bosques y las colinas croacando… asustando a los arrepentidos. Haciendo memoria de lo que un día pasó, y de lo que podía pasar; de ese miedo que muchos tienen, pero que no se atreven a enfrentar.

Mirar a un cuervo en ese camino, mirar sus ojos de fuego, su brillante plumaje, temblar de miedo y no bajar la mirada, pues puede que sea una de esas ánimas y te lleve a las tinieblas y te impida disfrutar de los placeres que disfrutarás; tal vez, si llegas a estar vivo, de nuevo.

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Parque de Diversiones I

marzo 8, 2009

No todos nos divertimos de la misma forma, no todos percibimos la diversión como tal, incluso en uno de esos parques, en una de esas ferias, en las que las emociones se desbordan y se distorsionan.

¿Quien no ha estado en uno de esos parques me pregunto?

o

¿Quien no? – Mejor dicho.

A mi me ha tocado estar en la Rueda de la Fortuna, dentro de la Casa de los Espejos.

Otros han preferido estar jugando en los casinos, apostando.

Unos sólo bebiendo, algunos más en la silla voladora y los que más en la montaña rusa o en las llamadas casas del terror.

Las emociones y sobresaltos se hacen presentes, el ruido no se nota y todos hablan a gritos sin darse cuenta. Todos están enfurecidos y cómo no haber de estarlo.

Cuando se está dentro de un juego. Cuando los juguetes somos los que estamos dentro, cuando con nosotros se divierten, con nuestras emociones, con nuestros sentimientos, con nuestro tiempo y dinero. Con los amargos sinsabores de recuerdos en la piel, con los atormentados reflejos que no queremos ver, con el tempestivo aire que agita el cabello, mientras subes a algún juego, en el que das vueltas y vueltas, girando más y más, cuando la tempestad de risas desde afuera cae sobre nosotros, niños, no más que eso. Quienes no han podido escapar.

Se ha visto el fuego en el cielo y las estrellas chocar, eclipsadas por la pólvora.

Un parque de diversiones, una vida, la de muchos, y los sentimientos que esconde cada juego, dentro de nosotros y quienes nos miran y/o pueden manejarlos o manejarnos, quizá a lo lejos. Esas miradas brillantes que no alcanzamos a distinguir por el eco de los mareos, las distorsiones.

Ahí están.

Ahora, dime ¿ lo has sentido?

Esto es sólo una pequeña introducción.

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Renovación

marzo 8, 2009

Nunca supe en realidad por qué empecé a escribir en este blog, ha sido el quinto ya y sin dudas mi preferido.

Supongo que el escribir siempre fue un escape para mí; desde niña.

Cuando empecé no lo hacía público, y en realidad escribía sin percatarme de la ortografía, como un pintor cuando sólo lanza pinceladas en el lienzo, pero con mucho entusiasmo y empuje. Se dió a conocer el espacio y traté de esmerarme en ciertos puntos.

Sí, soy perfeccionista, aunque no se note mucho por aquí. Cómo he escrito o han leído, «No todo lo que aquí se escribe es real, pero tampoco es fantasía» así es como veo las cosas en mi propia perspectiva o retrospectiva no lo sé.

Se ha hablado de mí, han querido conocerme, nunca he puesto una fotografía mía en este espacio, por lo menos no de mi rostro o de lo que habitualmente hago, que en realidad es escribir, escribir, escribir y tener unos dolores interminables de cabeza, por tanto pensar.

Soy escritora y me han bautizado como filósofa, y he encontrado a lo largo de los años personas con quienes realmente me da gusto compartir lo que hago, como también he visto personas que no tienen más que dos dedos de frente y ni siquiera pueden escribir algo con sentido o sin faltas de ortografía, hay quienes me han elogiado, han quienes me han calumniado y lo peor y más denigrante es recibir insultos, por algo que realmente no sé que fue.Se han robado mis textos para tesis, mis cuentos para someterlos a concursos en los cuales han sido premiados.

He publicado bajo mi nombre en diversas ocasiones, pero no he recibido lo que me correspondía en muchas otras.

Hoy por hoy enfrento una nueva realidad, regreso a lo que nunca fui, tengo miedo, pero tengo una meta y es lo más importante ahora.

Quiero agradecer a esas personas maravillosas que me han apoyado y alentado, quienes me han aceptado con todo esto y más. Quienes me han ofrecido su amistad incondicional.

La no creyente ahora se siente bendecida, sus piernas brincan como las de una niña y la bailarina sigue girando en la cajita musical, en ese joyero que anhela deseos hechos realidad.

Soy la misma, no se confundan, sólo que ahora me he renovado y un barco listo para zarpar me espera.

Empieza otra parte de mí, y lo escondido ahora  (tal vez) salga  a la luz, aunque sea de poco en poco.

Si me siguen lo podran observar. Esta noche es el inicio de una continuación.

La motivación y los sueños me tienen atada por el estómago y las cuerdas vocales.

Las emociones se concentran en mi pecho y me hacen casi explotar.

Pero este es el inicio de el nuevo cambio, de la renovación, del ser, del estar, de no pensar en un pasado ya más.

Tolerar el dolor y ser lo que siempre he sido. Los personajes de el primer libro han cambiado, pero no el principal, ni su esencia.

Las letras, los pensamientos y la música de fondo seguirán estando aquí. Como yo lo haré.

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