enero 25, 2011

Veo pasados en mi presente. Escribo lo que no quiero y leo lo que con tanto miedo escondí debajo de la almohada.

Veo que los años han pasado; me miro al espejo y no me encuentro. Veo marcas de vapor y un vacío que se desborda.

Afuera hace frío, lo dicen mis entrañas, el cielo está gris, se consume, quiere más no explota… está esperando algo; no sé qué. Mientras mis lágrimas recorren pañuelos que se funden en mis párpados ya negros y en la sangre que brota de mis encías.

No tengo el corazón roto, lo sé, como sé que está perdido.

Si hay algo en mí es mi alma y está quebrada. Hoy no sé en dónde estoy, no sé en dónde quiero estar. Después de tantos años me he cansado. Llegar a la montaña, a la cima y haber tardado tanto para estar sola, o acompañada por mi soledad… no; no es lo mismo.

Recuerdo pinturas, fotografías, carreteras, viajes… cierro los ojos y me encuentro con que todo eso pasó hace tanto tiempo que tanto es lo que he vivido y tan rápido que no lo había contado.

Echo de menos a muchas personas, los recuerdos de cientos de paisajes, de memorias, de letras, de frases, de hechos…

Hoy estoy destrozada… soy una incógnita-pienso- pero no; ya no lo soy más y eso me vuelve más vulnerable.

Encontrar sombras, nuevas sombras, nuevos miedos, nuevas facetas en viejas personas, reencontrar a amigos, amigas… o sólo recordarles.

Ahora sólo veo que tengo libros, menos de los que quisiera… cuadernos deshechos por tanto escribir, letras borrosas por las lágrimas que caen sobre la tinta fresca y el perfume de inciensos… botellas de vino tinto, y copas inexistentes. Estoy yo con mis grandes ojos negros, cambiada y vuelta a ser la de hace algunos años. Este círculo ha girado tanto que la imagen se volvió una espiral y yo me fundí en ella mientras el reloj seguía con su tic tac… me perdí, de todos, de ti, de mí, quien quiera que seas y hoy no sé si te he encontrado, ni siquiera sé si te he buscado… pero regresaste.

Entre lágrimas te veo y te quisiera dar un abrazo, pero el susurro de los árboles al viento me hace ser cautelosa… el cabello tapa mis ojos y las gotas empiezan a caer… y no sé si son lágrimas o lluvia…

Quizá todo esto sea parte de un sueño lúcido, o un de un despertar en un hospital después de extirpar algún maltrecho órgano… lobotomía frontal.

Muerte y desdoblamiento…ahora ya no quiero, no quiero distinguir la realidad.

Estoy aquí

enero 6, 2011

Este año ha venido lleno de sorpresas, de ruidos de campanas y de silencios memorables en los que me refugiaba entre la sombra que daban las hojas de un árbol por fuera de la que por poco tiempo fue mi ventana. Escuché el silbar de pájaros, dejé por un tiempo todo lo electrónico: laptop, teléfonos, agendas, internet, televisión, radio. Y no me arrepiento; esa fue mi desintoxicación y me llené de ilusiones, de conflictos resueltos, de ideas rebuscadas pero claras y precisas, de noches de insomnio, de noches de luna y de días en cama, de ver libros, de releer páginas, de encontrar memorias, recuerdos y deseos desfragmentados en cajas de cartón.

De tomar un buen vino tinto y de ser feliz abrazando a una botella verde.

Ahora el descanso se reflejó en el quéhacer y en no tener tiempo para nada, pero a la vez ocupar las más de 24 horas del día en asuntos que sólo me pertenecen a mí. Y no me contradigo, sólo que es lo que pienso.

La desilusión y su sabor, me llegó, pero la alejé y pasé otro año, y ahora sonrío y no lo creo, ya no cuento las lágrimas, ni las sonrisas… tampoco los días, ni marco las fechas. Ahora sólo vivo esto, que es mi vida, un instante, una eternidad, lo efímero de lo memorable, las sonrisas invisibles e incoloras, los abrazos y las miradas que no recibí.

Ahora me percato de dónde estoy, y de mi lista de deseos, de mis ojos quebrándose ante estas lluvias de estrellas, de fiestas que vanas, ahora me río de ellas.

Llego de nuevo al mundo virtual, y veo que tengo mucho, muchísimo y antes me di cuenta de que mucho de lo que he querido en la vida lo he conseguido y sigo en esa vía para conseguir lo que me hace falta, eso, para complementarme.

Encuentro cartas, libros, vino, y mi llegada…veo éxito, una renovación al alma sin dejar que fluya mi esencia.

Ahora mi cabello está diferente, también mi maquillaje, mis manos, mi tipo de pensamiento e incluso mis recuerdos ya no son los mismos que antes. Tampoco mis deseos, aunque me haya dolido el ver anillos en otras manos y ver los míos en fotografías, y en lágrimas reflejadas no es mi prioridad.

Sigo amando a la luna, vivo en una ciudad que no creo que sea la que dejé… me sigue gustando la niebla y la lluvia, el sol me sigue matando y yo desmorono a personas con mi mirada, mi sonrisa y mi perfume. Hoy ha llovido dentro de mi habitación y las gotas son azules…hoy le escribí, y hoy escribo yo, y leo, y pienso y deduzco, pero lo más importante es que sonrío. Tomo té, me preparo una tostada con margarina y mermelada. Me fumo un cigarrillo y veo que mis labios son rojos y mi piel vuelve a ser blanca, muy blanca…

Vuelvo a ser yo, y estoy aquí, deseosa y con coraje, queriendo hacer más y más, teniendo logros a base de golpes duros, de nervios pero también de reconocimiento de parte de muchas personas; de un reconocimiento que yo no me he esperado.

Vuelvo a escribir en un día de reyes, escribo cartas entre líneas y miro hacia el cielo… días anteriores. Recuerdo, respiro y continúo, otro año, y seguimos aquí.

Gracias por ser y estar, por escribir, por leer, por pertenecer a este espacio que es parte fundamental de mi vida, gracias por sus mensajes y críticas, esos; que me han hecho crecer y llegar a dónde estoy.

Hoy no hay un personaje; hay varias facetas y soy feliz.

Es… simplemente una epifanía.

En toda la vida de B no había habido marcas tan notables como las que ahora sentía, esas que la laceraban. Las preguntas hacia sí misma, los recuerdos y las comparaciones.

La vida notablemente había cambiado en todos sus ámbitos. El entorno no era el mismo, ni la ciudad, ni su cabello. Ya no tomaba las copas de vino o whisky como antes. No disfrutaba del conocer a nueva gente. De momento todo era un torbellino, o más bien un huracán y ella se encontraba dentro; en el ojo.

A su alrededor veía libros girando, cuadros de Monet, de Manet, de Van Gogh, pero lo que más la perturbaba eran las imágenes de relojes blandos de Dalí. El Conejo Blanco de Alicia, los árboles que ahora ya no existían más que en su imaginación y la idea de este Ícaro en la Luna, de Nephilim, de Bartleby.

La impotencia sin dolor, sin lágrimas; viendo lo que había sido, lo que había aprendido y lo que había vivido. Cómo ahora lo que él le había dicho la perseguía constantemente en las sugestiones de los demás. Sus celos hacia los libros de filosofía, el cine, el teatro, las fotos, la cama deshecha estando juntos. Las fiestas inacabables. El no contar las horas. El contar sólo con un reloj que él tenía tatuado en el pie derecho. Y la imagen borrosa de un director de cine, de un director de teatro, de su mejor amigo, de su amante, de su hermano, de su igual; esa imagen que se entreveía en el reflejo de un cristal empapado por gotas de lluvia, en los ventanales de una librería donde compartieron una botella de vino tinto barato porque preferían comprar más libros que vino y chocolates. El recuerdo de que ese día fueron los últimos en salir quedándose por horas jugando por los tres pisos leyendo en la alfombra, resguardándose de ese frío en una noche de otoño.

Habían pasado tantos años que B ni siquiera lo había notado, por su vida existían otros hombres, otros países, otros caminos, pero nunca nadie la había marcado de esa forma. El argentino que le regaló ese Merlot, esa vela de fuego y esas rosas hechas cenizas había desaparecido. El hombre que la había encantado y no de una manera coloquial ya no estaba con ella. No de la mano, ni en el teléfono, ni al otro lado de la computadora. Tampoco en la estación de autobuses, en el aeropuerto o fuera del metro esperándola siempre con regalos. Porque todas las veces que se veían él le daba regalos y no importaba lo caros que fueran, sino el detalle… algunos comprados, otros hechos a mano por el titiretero. Él movió sus hilos, la hizo girar y reencontrarse con ella misma y con todas las que había en su interior.

Con el paso de los años B se percató de que él tenía razón. No debería de bajar la cabeza, ni hacer menos su talento. Nunca por nadie, por muchas envidias que le tuvieran, siempre alzar la voz junto con la mirada. B estuvo a punto de casarse, B viajó por muchos países, B se mudó en distintas ocasiones y tuvo variedad de personalidades junto a ella. Pero si amó a alguien no se podría decir. Sólo bastaba con escucharla hablar de lo que había vivido con él. De las fiestas, de sus perfumes, de los fuegos artificiales, de la Chica Voodoo, del cine, del Surrealismo, del Impresionismo, y de quien le dejaba mensajes en servilletas siempre dentro de los libros que ella leía para encontrarlos a modo de sorpresa. Quizá era su alma gemela, aquél a quien le decían que era un ególatra, un ser déspota, un elitista. Para ella fue quien la marcó de por vida, y ahora miraba hacia atrás y aunque estaba sola se sentía feliz de haberlo conocido, de haber compartido tanto y tan poco con él. Los demonios ya no la perseguían, pero a veces lo echaba de menos.

No tenía quien fuera al cine con ella, o aguantara sus maratones de filmes, los surrealistas, los expresionistas, los de Tim Burton y leer a Camus, a Shakespeare o a sí mismos. Hacer el amor no era lo más importante. Lo importante eran las conversaciones, el dormir abrazados sin píldoras, el descansar en brazos uno del otro, el poder cantar hasta las tantas y a escondidas. Las borracheras de estudiantes perdidos en los abismos de sí mismos.

La sensación de comfort que daba esa unión, esa presencia, saberse cuidada, pero no en tan alta estima, no haber entendido en esos momentos un «TE AMO» o un «TE ADORO», ahora lo veía con un poco de recelo y sus ojos se entrecerraban, sentía que estaba en la casa de los espejos, en un carrusel, pero ya no tenía la mirada triste.

Había entendido que lo que pasaba ahora era su vida y no le pertenecía a nadie. Era ella. Los cumplidos los guardaba en sus entrañas queriendo abrazarlo, como la última vez que lo escuchó al otro lado del teléfono. No sabía en dónde esaría él o ella. Quizá en la misma ciudad, quizá esto era un sueño más, o un despertar. Las madrugadas eran la peor parte, pero ya había pasado y el café había quedado atrás. Como el vino que se derramó tantas veces en aquella alfombra y las ojeras de un candor sexy que despertaba el interés de algún intelectual.

Mortal; una línea los separaba. La muerte y la genialidad. El gris siempre y en diferentes idiomas.

B ahora recordaba, sintiendo el aire frío que la rodeaba y viendo cómo alzaba el vuelo de nuevo.

Era un nuevo día, otra vida, y B abrió los ojos y miró el puente, el vacío que él le dejó, pero siguió con su camino, hasta llegar a su casa y ver la Vela de Fuego no consumida, su muñeca, los libros que él le había regalado y que tomaba como amuletos de la buena suerte, y el aroma de las cenizas de 8  rosas rojas la inundó.

Todo era una espiral. Eran Morne y Jikan. Eran Nephilim y Vampiresa. Eran los Surrealistas, los elitistas, los depresivos. Los maniacos, eran aquellos instantes; los padres de Lilith y quienes querían aprender a hacer cine, ella escribiendo y él dirigiendo, ella fotografiando y él regañando a los actores, burlándose de los demás…

Eran los que vivieron juntos, los que preferían tomar capuccino con amaretto, los que bebían y bebían… hasta consumirse. Ella era su muñeca, él era a quien no se le ponían etiquetas. B  estaba sola en esa habitación, bebía un sorbo de esa copa y recordaba. B no sabía en dónde estaba, pero sabía lo que quería, sin embargo en ese momento como en muchos otros más lo hubiera querido compartir con él…

Epitafio

May 7, 2010

Ya un adiós no tiene valor, ya no tiene sentimiento.

Una despedida no es más que eso.

Por ello a quienes me esperaron, o ilusoriamente pensaron que me encontraba en este o aquel lugar,

A quienes prometieron; tanto mentiras como verdades…

A ilusiones vagas y atemporales.

A el daño, a los años, a las palabras y esos entes…

Les escribo esto.

Que nunca me he perdido, sólo que nunca estuve a su alcance.

Y no creyeron la verdad, pues la verdad era lo que no querían ver.

Lástima siento por él, por ella, por todos los demás…

Yo seguía girando sin cesar y cuando ví que no había respuesta lo entendí.

Y mareada como atormentada lo sentí al  yo caer.

El vacío que provocaron y del que son presas, del que me hicieron artificios…

Entendí que lo fácil es lo que muchos quieren.

Y quienes lo obtienen se conforman y de conformistas se vuelven tan sólo  mediocres.

Y decidí, dejar todo eso atrás. No mirar. No recordar.

Enterrar recuerdos y ya no pensarlos más.

Una nueva etapa empieza ya.

Y no dejaré (no más) que su silencio me perturbe

Persiguiéndome por rincones, por letras y reuniones.

No; ni siquiera hubo una flor.

Mi presencia es más que suficiente.

Y esto que escribo más que un adiós.

Lluvia

octubre 17, 2009

Escucho el triste lamento gris eclipsado, son las gotas de lluvia, es este aguacero, una tempestad de sollozos, de lágrimas que quedaron en memorias que quiero y que quise borrar.

Los pasos se agitan en el instante de continuar, un charco tras otro, ya es desigual… el tiempo se detiene y las botas que usaste como aquella máscara con la lluvia gris se han de desbaratar.

Lluvia… ¡Oh Lluvia! No llores más…

Que hace frío y no tengo a quien abrazar, y el sonido me hace despertar, queriendo retozar, más encuentro sólo oscuridad. Mis lágrimas son esas gotas de cera ya seca en ese candelabro de cristal. Olvidado. Como la tempestad entre la inmensidad de una noche sin paz.

Traes contigo a tu acompañante; viento furtivo que deshace troncos y yo quisiera con él volar.

Otoño, traes de nuevo a mis pies las hojas ahora más que marchitas, desfragmentadas por el frío asbesto, por el agua que las ha de empapar.

¿Por qué he de estar aquí?

¿Por qué he de regresar?

Un año más que ha de comenzar y yo grito, empapada de ansiedad:

¡Quiero sentir la libertad y así poder despegar!

¡Oh Lluvia! Déjame disfrutar, dame el consuelo que no he podido encontrar; no dejes que esa luz me asuste dentro de la oscuridad. Dame amor y cobijo en algo que ya no sea mar.

Sólo eleva mis sentidos y haz que de este despertar, resplandezca y esa, la desolación, que a mi; no vuelva jamás.

Rain_by_TheTragicTruth_Of_Me

Luna Silente

octubre 4, 2009

Persistes en aquello que queda atrapado entre rendijas; incluso cuando no te observo… yo sé bien que me miras, que sabes todo aquello cuánto hago y en qué momento.

Tienes una magia desmesurada que sale de tus ojos, que provocas con tus manos; esas; que al pasar de los años han quedado maltrechas en un afán por conseguir lo que has querido desde que recuerdo, desde que te conozco.

Me has dicho que olvidaste un pasado que yo no me pude perdonar y veo en tus palabras la más sincera honestidad.

Tienes los ojos verdes, pero están cerrados y yo, cuál luna aparezco como tú en una noche de cada mes para hacerte feliz. Hoy me voy. Sabes que es por poco tiempo. Estás cansado y te dejo recostado, durmiendo entre sueños y suspiros, mientras tomo tu aliento como amuleto y respiro, mientras te veo desnudo en la cama; mientras recuerdo las cabezas que se cortaron en siglos pasados. No… no puedo olvidar, se que te duele pero tengo que irme… una vez más.

Ahora te lo agradezco, fe incondicional, puesto que la luna llena a tus aposentos me ha llevado, para verte pernoctar. Y yo tomo mi equipaje, y te doy un beso en la frente, mientras llevo tu mirada, conmigo, en mi mente, y voy sin dejar rastro atrás, como la luna silente que siempre nos vigilará. A la que no podemos olvidar. Sólo atrápame y desdibújame hasta que quede el más puro de mis anhelos, hasta que lo efímero se vuelva translúcido y pinta el cuadro de memoria. No busques con ansia, no desesperes, es casi el momento de abandonar las sábanas blancas y desilusiones que se van.

Canta una canción en el bosque, en el otoño, dentro del gris y olvídate de todo; esa es la prerrogativa. Ideales consumidos y la pálida y bella mujer en aquel pedestal, la sangre que nos hace sudar, los besos que hemos de estallar. Devuélveme la pasión que volví a consumar…

Amanece, y no me busques; quédate tranquilo porque bien sabes en dónde puedo estar.

A Oli

Apariencias

julio 7, 2009

Una mueca ante la cámara.

Tu sonrisa fue olvidada.

Los días pasaron consumiéndonos.

La muerte aguarda.

Los ojos están escondidos tras mentiras negras.

Ocultos.

Pensamientos eliminados.

Deseos  (quizás) borrados.

Torre destronada. Destino Infatuo.

Amargura en ríos.

Consumida en un vaso de cristal ya quebrado.

¿Qué podría quedar?

El olvido es lo que más se ha de esperar.

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Amor y Vacío

junio 8, 2009

Muerto;
Tormenta disecada de ilusiones…
Escrúpulos vagando melancólicos.

Un ayer, un adiós, una bienvenida…
Al mundo, al sol, a un amanecer.
Nuevo día, malgastado sin espera ya.

Noche que fúnebre llegaste
Y en un mediodía lo arrancaste…
Dolor de mi sangre;

Acabando con los huesos
Martirio en silencio… una suerte.
Un grito, desfortuna.

Perdidos en los hilos
Esos; aquellos… transparentes…
Y fuertes…
Cómo los que hace la saliva de una araña.

Esos de los que pende una vida,
dos, tres… de quienes mueren
cada día y hablan…

Los que escuchan expiando sus culpas
Vanos intentos
Regocijo, desamor, sepultura.

El dios no grita, calla ante su mirada.
La diosa lo llama…
Muerte… queda mucho en el camino.

Mi Sombrerero Loco

May 5, 2009

Y fue así, justo así, cuando los peones del juego de ajedrez se coronaron victoriosos y triunfantes; cuando la sangre derramada y fresca pintaba las rosas blancas en un tono carmesí y el cricket se jugaba con las cabezas rodantes , con los mismos ojos que nos veían. Yo bebía el té con la corte – o ¿en la corte?-

Saliendo del laberiento vi un reloj que marcaba las 6, un reloj que seguía marcando el tiempo, más no las horas, ni los días que habían pasado, un reloj salido de una explosión, uno que recordaba mi pasado.

Mientras tomaba más pimienta para calmar mi alergia, vi un sombrero rodante en la mesa, vi que unas manos; las manos más encantadoras que había visto lo buscaban, mientras él iba girando por lo largo del camino de mesa hacia dónde yo me encontraba. Tomé el sombrero y lo coloqué en mi cabeza, seguí bebiendo el té y repentinamente un beso asustó a mi mejilla. El sombrero era el dueño de este personaje salido de un cuento de hadas, era como si lo viera en el mismo espejo que me encontré una vez, cómo si lo hubiera perdido y ahora NOS hubiésemos encontrado de nuevo.

Chesire sonreía desde el cielo, como la figura de una luna en cuarto creciente y Venus resplandecía a su lado, centelleando como uno de sus dientes en esa blanca y enorme sonrisa; estaba amaneciendo o por lo menos de eso me percaté mientras me veía hundida en un mar de lágrimas que por desesperación no podía contener. Felicidad, temor, angustia, era ¡miedo! lo que sentía en esos momentos. Era una ensoñasión, pero no era irreal.

Calmó mis afligidos sentimientos y él me hizo comer un bizcocho con un poco de mermelada de fresa, me sirvió una gran taza de té con miel y un poco de whiskey. Me hizo sentir reconfortada en el mundo más extraño en el que podía estar pero en el que me había sentido mejor en toda mi vida.

Tomó mi mano y me invitó a bailar, mientras el sombrero me decía cosas que no podía entender, él besó mi mano y me dió las gracias, por haberlo encontrado. No sólo al sombrero, sino a él. Que estaba perdido sin saber por tantos años quien era yo.

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What is the Word?

abril 27, 2009

folly –
folly for to –
for to –
what is the word –
folly from this –
all this –
folly from all this –
given –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this –
this –
what is the word –
this this –
this this here –
all this this here –
folly given all this –
seeing –
folly seeing all this this here –
for to –
what is the word –
see –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
folly for to need to seem to glimpse –
what –
what is the word –
and where –
folly for to need to seem to glimpse what where –
where –
what is the word –
there –
over there –
away over there –
afar –
afar away over there –
afaint –
afaint afar away over there what –
what –
what is the word –
seeing all this –
all this this –
all this this here –
folly for to see what –
glimpse –
seem to glimpse –
need to seem to glimpse –
afaint afar away over there what –
folly for to need to seem to glimpse afaint afar away over there what –
what –
what is the word –

what is the word

Samuel Beckett